PepeYanki#1664: Álex Palou y las cimas del deporte español 32p39

Esto es Pepe Diario, Pepe Yankee.

Hola, ¿qué tal? Hoy estamos a lunes 26 de mayo del año 2025. Os hablo desde el barrio de Argüelles, en Madrid, en España. Yo soy Pepe Rodríguez y este es el programa número 1664 de la sección de deporte norteamericano de Pepe Diario.

¿Cómo vivisteis, si es que lo vivisteis ayer, la victoria de Alex Palou en las 500 millas de Indianápolis? Os voy a contar cómo lo viví yo, exactamente igual que cómo vivía los grandes triunfos del deporte español cuando no esperaba que estos se produjesen. Pero no que no esperase que se produjesen porque los deportistas no eran del máximo nivel o porque no fuese algo bueno que se podía apostar, que podía ser previsible debido a el nivel de la competición, al contexto, a los rivales, a cómo eran ellos, que no pudiesen ganar o perder.

No, desde un punto de vista en el que casi por pura generación, por aquellos que nacimos en los años 70, antes también de este país, había cosas que no podían ser, había cosas que no estaban ahí para para que las cogiese un compatriota nuestro y que fueron derribando uno a uno cada uno de esos muros, cada una de esas situaciones imposibles. ¿A qué me refiero? Bueno, a la situación imposible de que España gana su mundial de fútbol.

No porque no haya jugadores suficientes para que España gane un mundial de fútbol, sino porque yo lo veía como algo de aurora boreal, que España ganase un mundial de baloncesto, dos mundiales de baloncesto. Pero el primero, el primero, aquel de Saitama, esa incredulidad mirando la televisión de lo van a hacer, lo van a hacer, van a conseguir ganar un mundial de baloncesto, cuando vi a Miguel Induráin ganar cinco Tours de Francia seguidos. Hombre, eso no pasaba a los ciclistas españoles que podían ganar Tours de Francia pero tan esforzados, tan escaladores, tan milagrosos cada vez que ganaban alguno.

Es verdad que lo de Seve Ballesteros lo viví de niño, pero luego ya más mayor con Chema Olazábal, con Sergio García, ahora con Jon Ram. Pero bueno, ¿puede un español ganar los cuatro grandes slams? Puede. No ha pasado todavía, pero puede. Han ido ganándolos todos. Se ha ganado en España un Open USA, un Masters de Augusta. Se puede ganar, claramente, un PGA, que es el que falta, porque el Open Británico ya en su día lo dominó Seve Ballesteros.

¿Puede existir un tenista español que gane más de 20 grandes slams? Más de 14 Roland Garros.

Que sea una de las figuras más gigantes que ha dado nunca la historia, no del tenis sino el deporte en global. ¿Pero eso era realista? ¿Eso podía concebirse? No, eso fue cayendo.

Cada una de estas piezas, cuando las veía, no daba crédito. Es posible que la más impactante de todas, la segunda, en mi vida más impactante de todas, fuese ver a Pau Gasol ganar el anillo de la NBA con la camiseta de Los Ángeles Lakers. Lo que tiene eso de icónico y también de inimaginable, de imposible. Si nos metemos en el mundo del motor, cuando vi a Fernando Alonso ganar dos mundiales de Fórmula 1, yo que en los años 80 estuve tan metido en el tema del automovilismo, en el mundo de los cars, en el mundo de los rallies, en el mundo de conocer muy bien al padre de Fernando Alonso por correr con ellos en Asturias.

Ver eso, ver que había no solo un compatriota sino alguien con el que había compartido, aunque solo fuese de manera muy superficial, algún box, alguna carrera, algún día de cars, algún día de rallies. Eso no entraba dentro de mi lógica, no entraba dentro de lo que las leyes físicas del universo podían permitir.

Luego, ver a Fernando Alonso lo que decía antes de Pau Gasol con los Lakers, ver a Fernando Alonso en Ferrari, eso tampoco algo impensable. Si nos ceñimos al automovilismo, ganar las 24 horas de Daytona, Fernando Alonso, ganar las 24 horas de Le Mans, Marge Né, Fernando Alonso, una vez más, Miguel Molina, en rallies antes, lo de Carlos Sainz, no solo ganando el mundial de rallies en un par de ocasiones, sino cambiando la historia del mundial de rallies, metiéndolo en una era de profesionalización que no existía antes de Carlos Sainz.

Todo eso, todas esas barreras, esos muros imposibles, mentales, fueron cayendo delante de mi vista, ante mi incredulidad y muchos de esos acontecimientos y eventos los miraba sentado al borde del sofá, sentado en la mesa del salón, con las manos en la cara, en la boca, diciendo, está ocurriendo, esto está ocurriendo.