OH | El Emperador de la Humanidad | ep. 12 4o30q

En los albores de nuestra civilización, cuando la humanidad apenas comenzaba a dar sus primeros pasos fuera de las cavernas, nació aquel que cambiaría el destino de nuestra especie.

Entre las antiguas tierras Anatolia, cerca del río Sacaria, en lo que hoy conocemos como Turquía, un niño vino al mundo aproximadamente entre el 10.000 y el 8.000 antes de Cristo.

Este nacimiento, aparentemente ordinario, sería el principio de la historia más extraordinaria jamás contada en la humanidad. Su verdadero nombre se perdió en mareas del tiempo, borrado intencionalmente por él mismo o diluido simplemente a través de los milenios. Las fuentes difieren sobre sus orígenes exactos. Algunos registros hablan de que fue resultado de un ritual ancestral donde los chamanes primitivos de la tierra, previendo la corrupción que la disformidad traería a la humanidad, decidieron combinar sus almas en un único receptáculo mortal.

Otros, en cambio, sugieren que podría ser la reencarnación de miles exílicos primitivos que, temiendo la creciente influencia de los poderes de la disformidad, unieron su esencia de forma voluntaria. Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que creció como un niño normal y corriente, en una aldea neolítica de pastores y agricultores.

Durante sus primeros años, nada indicaba el destino extraordinario que la guardaba. La primera pista de esta naturaleza excepcional de este futuro emperador surgiría de la manera más trágica posible. El joven, quien algunas fuentes se refieren como Neot, experimentó un trauma definitorio cuando su padre fue asesinado por su tío, quien deseaba usurpar las propiedades y posición de su padre.

Este vil acto de traición familiar tuvo lugar durante un ritual funerario, donde el tío apuñaló al padre de Neot con una daga de bronce arcaica. El dolor de presenciar este acto tan violento, desató en el joven futuro emperador un poder que había permanecido latente en su interior. En ese preciso momento, algo despertó dentro de él. Con un pensamiento, utilizó sus recién manifestados poderes psíquicos para detener al corazón de su tío, vengando así la muerte de su padre.

El joven experimentó entonces una visión clarividente, que le reveló los detalles del asesinato. Pero más allá de eso, comenzó a percibir fragmentos de un futuro lejano. Un futuro donde la humanidad estaba sumida en una guerra eterna contra fuerzas incomprensibles en ese momento. Este evento catalizador no sólo manifestó sus poderes psíquicos, sino que también le proporcionó una comprensión fundamental sobre la naturaleza humana. Comprendió que sin dirección, sin leyes y sin un propósito claro, los seres humanos se acabarían destruyendo a sí mismos, arrastrados por sus ambiciones y pasiones más básicas. Este entendimiento conformaría la base de la filosofía durante los milenios venideros.

Ese día, mientras las cenizas de su padre y su tío se dispersaban en el viento, el joven comprendió que tenía un propósito mucho más grande. La semilla de lo que eventualmente se convertiría en el imperio y la humanidad en el futuro se había plantado ya en su mente. En ese momento, decidió que él sería, tiempo al tiempo, quien guiaría a la humanidad hacia un futuro mejor, protegiéndola de las amenazas tanto externas como internas.

Pero lo más sorprendente de todo no fue el descubrimiento de su inmortalidad. Con el paso del tiempo, el joven se dio cuenta de que no envejecía como los demás. Las heridas en su cuerpo sanaban a una velocidad sobrenatural. Era lo que luego se llamaría perpetuo. Un tipo de humano extraordinariamente raro con el don de la vida eterna. Y no sólo era un perpetuo, sino que era el pertenecer.