Nº 156-VIAJEROS ROMÁNTICOS - “RONDA EN LA RUTA ROMÁNTICA DEL BAJO GENAL - Joséphine E. Brinckmann (II) (1850) 3w686s

Una ciudad, Ronda, dos territorios en uno, la serranía rondeña y el campo de Gibraltar unos personajes, arrieros, contrabandistas, guerrilleros, bandoleros, serranos y un programa en Copenronda, viajeros románticos con Faustino Peralta, cronista oficial de la ciudad Buenas tardes y bienvenidos de nuevo a viajeros románticos, aquí en Copenronda, encantado de estar una semana más con todos ustedes, Ronda en la ruta romántica del Bajo Genal, Josefine e Brickmann, segunda parte, fecha del viaje 1850 y continuamos con esta escritora romántica en su visita a Ronda que realiza el 26 de marzo de 1850, sobre la cual nos sigue diciendo, he encontrado pocas vistas tan pintorescas como la que hay desde el puente de Ronda, volveos del lado del poniente y tendréis bajo vuestros pies la profundidad del precipicio, el torrente que se desliza espumeante, algunos molinos sobre la orilla izquierda, jardines, huertas a cada lado, un poco más lejos la capilla San Antón, seguramente se refiere al conjunto rupestre mozárabe de la Virgen de la Cabeza, siglo IX y X después de Cristo, también denominado como Cuevas de San Antón, aunque la escritora le llama Santón, que se encuentra excavado íntegramente en la roca, cultivos deliciosos por todos los sitios, y al fondo del cuadro la elevada cordillera del Ibar, en la que cada pico adopta una forma fantástica, luego el alto y sombrío monte de San Cristóbal, que domina a todos los otros y parece ser el rey absoluto de este mundo gigantesco, pero no os volváis del lado del oriente, las montañas son allí áridas, son masas sin vegetación, que no parecen hechas más que para ofrecer un refugio a los bandoleros, ello hace un contraste que choca con el delicioso panorama que se tiene desde los tres lados.

La ciudad no ha crecido más que después de la construcción del puente, la parte moderna del lado del norte es la más considerable, no tiene apenas más que 60 años de existencia, también está muy bien construida, su paseo, la Alameda, es encantador.

Fue hecho sobre la parte más elevada del Peñasco y está completamente al borde del precipicio, como desde el puente se tiene allí una adorable vista, invito a no contentarse con las vistas que se tienen desde las dos alturas a las que acabo de referirme, hay que descender aún a la parte baja del puente para ver mejor el efecto de las tres cascadas. A cada movimiento que se hace, el cuadro cambia de aspecto, nada más agradable que el paseo que se puede hacer desde lo alto hacia la puerta, perdón, hacia la parte de abajo de los Peñascos de Ronda.

Esta ciudad no tiene de notable más que su posición y la belleza que la rodea, sin embargo, no hay que dejar de ver la Casa del Rey Moro, hoy no queda de morisco más que una escalera tallada en la roca y que desciende hasta el torrente, es muy muy bonito.