Miguel Díez - El escudo de la fe (La armadura de Dios - XXXIII Congreso Remar). 1k1s5f

Se nos llena la boca con nombrarte y se puede en nuestra alma al decirlo gracias de conmigo gracias padre gracias gracias gracias muchas gracias por generosidad continua que tienes con tus hijos pero queremos más tú dices bienaventurados los que tienen hambre y sed de dios y de justicia y seguimos con hambre y por eso queremos seguir comiendo sustancia tu divinidad tu palabra es vida y aprendiendo más y más para ser cada día más parecidos a ti ahora señor obra y sigue bendiciendo tu pan y alimentado significa nos fortalece nos tener esa energía tuya y salir de aquí a ligar con fuerza la batalla de la fe en tu nombre gracias padre porque nos has hecho soldados de cristo que es nuestro generalísimo de todos los ejércitos much gracias que tú has vencido oh señor y tú nos llevas a toma el fruto de tu victoria tú nos haces más que vencedores por medio de tu espíritu en tu poder en tu autoridad absoluta ahora sigue uniéndonos padres alimentándonos en el nombre de cristo te lo pedimos amén cómo ay qué bien así soy mejor hombre es que no veis a los a los guerreros que gritan a esos no se su hawaianos que se ponen así va y luego los espartanos madre mía cómo gritaban á herir á la batalla y que gritaban en la carne cuanto más en el espíritu queridos amigos estamos siendo instruidos soldados de jesús y armados hemos hablado ya varios matices de las armas espirituales y bueno por supuesto quiero seguir con un arma indispensable prioritaria primordial es el arma de la fe marcos seis del uno al seis dice así la palabra de dios salió jesús de allí y vino á su tierra y le seguían sus discípulos y llegado el día de reposo comenzó a enseñar en la sinagoga y muchos oyéndole se iraban y decían de dónde tiene éste estas cosas me pueden decir de nosotros si no han ido ninguna escuela teológica pero estos estos que no tienen títulos estos pero cómo puedes hablar así como hemos escuchado a los ceros a hablar y nos hemos entusiasmado y qué sabiduría es ésta que le es dado y estos milagros que por sus manos son hechos no es éste el carpintero hijo de maría hermano de jacobo de josé de judas y de simón no es éste el que estaba pinchando ser oída hace veinte años treinta veinticinco no es éste el que estaba trabajando de albañil no sé dónde es este el que bueno pues no tenían ningún oficio ni trabajo y como es ahora tiene esta gracia no están aquí con nosotros sus hermanas