Mientras oraba 6x6f2e

La cuaresma, cada domingo, hay que hacer siempre un pequeño parón para ver cómo la llevamos.

Porque es un tiempo, como os expliqué, en el que tenemos que prepararnos para la Pascua.

¿Y eso qué significa? Pues que tenemos que entrenarnos en algo que estemos llamados a cambiar.

Yo os he puesto en todas las parroquias un poco el mismo propósito.

Cada uno tenemos que detectar cuál es nuestro defecto fatídico, nuestro defecto predominante.

Todos tenemos un defecto que predomina de un modo especial.

Y ese defecto muchas veces es nuestro talón de Aquiles.

Y en la cuaresma hay que poner nombre a ese defecto y tenemos que trabajar de un modo concreto para poder superar y crecer y mejorar en ese defecto.

¿Por qué? Porque el Señor nos da la gracia de la conversión.

Pero la conversión no es automática, tenemos que poner de nuestra parte.

Y por eso es tan importante que cada uno pensemos en concreto qué defecto queremos trabajar y cómo lo vamos a trabajar. Porque la cuaresma no es otra cosa que un tiempo de entrenamiento espiritual para poder crecer, para poder desarrollarnos, para poder mejorar.

Me ha escrito hoy nuestro grupo de jóvenes que es nadador profesional.

Me ha escrito que hoy en Panamá he hecho mi mejor marca.

Y entonces va bajando décimas en su marca de 50 metros libres.

Va bajando marcas hasta que está acercándose a bajar de 23 segundos a 22.

Y cada vez se va comparando con la anterior para conseguir una mejor marca.

Pues esto es lo que tenemos que hacer en cuaresma nosotros.

Tenemos que ver en este tema concreto, en este defecto en concreto, cómo tengo que ir creciendo, cómo tengo que ir superándome para que así cada pasco esté un poco más cerca de la perfección y de la santidad.

Y esto es algo que estamos llamados a hacer de un modo particular mediante la oración.

Estamos llamados a orar, a vivir una vida de oración, una vida espiritual.

De hecho, nos cuenta hoy San Lucas en la transfiguración, cuando Jesús se puso a brillar, se puso a resplandecer.

¿Qué sucedió esto? Mientras oraba.

Mientras oraba el aspecto de su rostro cambió.

Mientras oraba sus vestidos empezaron a brillar.

Mientras oraba.

San Lucas hace mucha alusión a esto, al tema de cuando Jesús se pone a orar.

Muchas veces que el Señor Jesús tenía tiempos para poder orar, para poder rezar.

Fijaos que Jesús cuando rezaba le pedía al Señor fuerza para poder cumplir su misión.

El Señor cuando rezaba buscaba la paz en su corazón.

Y el Señor cuando rezaba buscaba discernir lo que Dios quería de él, lo que el Padre quería de él en cada momento.

Estas tres cosas que Dios buscaba en la oración es lo que tenemos que buscar también en la oración cada uno de nosotros.

Pedir la gracia al Señor para poder crecer, para poder superarnos, para poder ser santos, para poder hacer lo que tenemos que hacer.

En segundo lugar, buscar la paz.

La paz la vamos a encontrar cuando recemos, cuando estemos con el Señor.

Y en tercer lugar, discernir la voluntad de Dios.

Intentar saber qué quiere Dios de mí en este momento.

Todos en la vida queremos acertar, queremos hacer lo correcto, queremos hacer las cosas bien, queremos ser felices, pero muchas veces no sabemos cómo.

Y a veces vamos por la vida dando palos de ciego, probando una cosa, otra cosa, una experiencia, otra experiencia, y nunca acabamos de encontrar nada en lo que nuestro corazón descansa.

Y eso es porque en el fondo no sabemos qué es lo que tenemos que hacer para acertar.

La oración nos da la capacidad para poder discernir qué es lo que yo tengo que hacer, qué es lo que tengo que hacer, hacia dónde tengo que tirar, qué decisiones tengo que tomar.

Y entonces ahí recibimos una enorme gracia, una gran bendición de Dios, que es la bendición de saber qué hacer para acertar.

Siempre es un acto de fe, pero es muy importante, ¿verdad? También decíamos para poder encontrar la paz.

Fijaos que hoy en día, cuando vemos alguna imagen, o algún vídeo, o alguna publicación, o alguna serie, pues el tema de la paz interior, pues ¿qué se nos vende? Pues una persona sentada en posición de loto, haciendo yoga, o haciendo meditación, o haciendo cosas de espiritualidad oriental.

Y pues, por desgracia, esto va comiendo terreno a nuestra fe cristiana, que nos llama a la oración, a una oración tranquila, a una oración sosegada.

Fijaos que todas las meditaciones espirituales que vienen de Oriente, que están muy bien, pero ellos no creen en Dios, ellos creen que te pones ante el universo, ante ti mismo, ante el absoluto, o ante la nada, depende de la corriente, ¿no? Nosotros los católicos sabemos que en la oración, en el silencio, tú te pones ante alguien que es Dios, alguien que te ama, alguien que es padre, que es hijo, que es Espíritu Santo, y por eso la oración da paz al corazón.