Mansos, de Bob Pop 5y606f

En todo el recorrido de mi consciencia marica, nada ha dejado una huella tan profunda como el asesinato de Samuel Luis.

No soy el mismo maricón que antes de esos primeros días de julio de este año, que debían significar orgullo y celebración y se volvieron terroríficos.

Pero este punto de inflexión que nos hace constatar que la violencia sigue en el centro de nuestra experiencia vital mientras nos enredamos con otros debates, llega en un momento en el que, como nunca antes, tenemos memoria, tenemos herramientas para pensar y para pensarnos.

Esas herramientas vienen, en buena parte, de la cultura.

Reconocernos en textos, en imágenes, en canciones, nos hace formar parte de una comunidad y una conciencia colectiva.

La mayoría de esos relatos, como no puede ser de otra manera, son testimonios, vidas que se cuentan a sí mismas a través del arte.

Hoy en día reclamamos personajes LGTBIQ+, en historias que transcurren en naves espaciales o en las profundidades marinas, pero para llegar a ese punto hemos tenido que plasmar, en primer lugar, cómo es ser diverso en la vida real.

Porque la ficción también forma parte de la realidad.

Muchos de los mayores clásicos de la literatura marica son obras autobiográficas, y es en esas vidas de otros donde hemos rastreado, con ansiedad, modelos para la nuestra.

Aunque el corte patriarcal y de clase ha determinado qué textos nos han llegado, casi siempre los de esos dandisburgueses cuya homosexualidad se atenuaba con exquisitos modales y mordacidad legendaria, las nuevas literaturas nos ofrecen relatos mucho más diversos, que dialogan con los clásicos hasta configurar una cierta genealogía de memorias fuera de la norma.

Para cualquiera con sensibilidad marica, o sensibilidad queer, si se prefiere, esa literatura del yo ha sido uno de los pocos espacios donde construir un relato del nosotros.

Ese nosotros, ese sentimiento de pertenencia, comunitario, no se entiende sin la memoria y los testimonios de quienes nos han precedido y han dejado constancia de su existencia.

En un momento en el que la dura realidad nos cuestiona de nuevo, volver a sus textos, volver a los nuestros, nos da impulso, nos da vuelo para continuar nuestro camino.

Hop hop, bienvenida Pérez. Bien hallada, García, señora. Muchísimas gracias por participar en este segundo Marica Páginas y primera vez que conversamos con la autora.

Esto me encanta, me encanta el nombre, me encanta ser la primera autora invitada, me encanta ser inaugural en general. Luego cortamos la cinta así metafóricamente. Nos hemos reunido hoy aquí para hablar de ti. Muy bien, qué mejor excusa que hablar de mí. Pues sí, porque venimos a hablar de Mansos, por supuesto, una novela cual Guadiana ha reaparecido en tu vida y en la vida de todos una década después de su publicación con una edición de Alfaguara. ¿Es de 2010 o 2011? Es de 2010. ¿Te acuerdas? Es que en internet las fechas bailaban un poco y tenías esa duda. La primera vez publicada por Caballo de Troya, ¿verdad? Correcto. Y ahora redicción de Alfaguara que llega en un momento en el que tu vida ya directamente es material audiovisual, material de ficción.

Sí, yo he hecho de mi vida el barro con el que hacer botijos. Y ánforas. Y ánforas romanas incluso.

Yo cuando leí la primera vez Mansos, hace unos meses, en la primera edición, no había visto Maricón perdido. Con la segunda lectura ya había visto Maricón perdido. Entonces de repente como que al mismo texto le he dado la vuelta y lo miro por otro lado. Y claro, lo primero que quiero hablar contigo es, evidentemente, cuando uno hace de su vida el barro para sus artefactos, la distancia es nula.

No hay un posicionamiento, creo yo, de creador, ¿no? De llamar a la musa para que venga y diga, uy, que me inspire y hago esto. El proceso más que centrípeto es centrífugo, ¿no? Como una lavadora. Tú te has puesto a centrifugarte viva y de tu vida ha salido Mansos, ha salido Maricón perdido. Entonces, claro, te lo pregunta Almodóvar.

Entonces voy a ser el segundo en la serie, para quien no lo haya visto en el último capítulo.