
Descripción de Lunes de la Octava de Pascua 6f5w6v
Las mujeres experimentan una mezcla intensa: miedo y alegría. El miedo no es pánico, sino asombro reverente ante algo que las sobrepasa. La alegría es la que brota del anuncio imposible de la vida nueva: Jesús ha vencido a la muerte. Este contraste es propio del corazón humano ante la acción de Dios. 585o5m
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Del Evangelio de Mateo.
En aquel tiempo, las mujeres partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y con gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos.
En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo, Dios os guarde.
Y ellas se acercaron a él, y abrazándole sus pies le adoraron.
Entonces les dice Jesús, no temáis, id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán.
Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes todo lo que había pasado.
Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles.
Decid, sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos, y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones.
Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas.
Y se corrió esta versión entre los judíos hasta el día de hoy.
Las mujeres experimentan una mezcla intensa, miedo y alegría.
El miedo no es pánico, sino asombro reverente ante algo que las sobrepasa.
La alegría es la que brota del anuncio imposible de la vida nueva.
Jesús ha vencido a la muerte.
Este contraste es propio del corazón humano ante la acción de Dios.
Jesús no espera en Galilea, él mismo sale al encuentro de las mujeres, mostrando que el resucitado no es distante, sino cercano.
Les dice, alegraos, un saludo lleno de ternura, que recuerda el, alégrate, del ángel a María.
Jesús transforma el miedo en gozo y misión.
El gesto de las mujeres expresa adoración, reconocimiento, amor.
No vieron un fantasma, ni un recuerdo, sino al Señor vivo y glorificado.
Abrazan sus pies, signo de humildad y de fe concreta.
La resurrección no es una idea espiritual, sino una presencia real y transformadora.
En contraposición a la luz del anuncio pascual, el texto muestra la oscuridad del corazón humano.
Los líderes religiosos prefieren comprar el silencio, negar la evidencia, fabricar una mentira.
El contraste es fuerte, la verdad se proclama con alegría, la mentira se difunde con dinero.
Las mujeres, movidas por la alegría, corrieron a anunciar, ¿tengo yo ese fuego pascual en mi corazón? ¿Me mueve el gozo de saber que Cristo vive? La Pascua no se puede quedar en la misa o en mi intimidad, hay que salir a anunciarla con la vida, con palabras, con gestos de amor.
No siempre somos nosotros los que llegamos a Dios.
Muchas veces, como en este Evangelio, es el Señor quien se adelanta y sale a nuestro paso.
Estoy dispuesto a reconocerlo cuando se presenta en lo cotidiano, en los pobres, en los signos de vida nueva.
Mientras las mujeres difunden la historia de la vida, los soldados difunden una historia falsa.
El Evangelio nos invita a examinar qué versión de los hechos compartimos con el mundo.
Transmito esperanza o desesperanza, fe o cinismo, verdad o conveniencia.
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