Lo que sostiene cuando todo cambia 🌪️🛡️ 2c1666

Bienvenido, bienvenida a la vida hay que vivirla. Un espacio, un podcast, donde cada palabra intenta ser abrigo, impulso o chispa para esos momentos en los que lo cotidiano nos pide más de lo que a veces creemos tener. Hoy quiero hablarte de algo que, aunque no siempre se ve, es lo que nos sostiene cuando todo parece cambiar.

Hay momentos en los que todo se mueve. Personas que ya no están, trabajos que se terminan, planes que se desvanecen. La vida tiene esa capacidad imprevisible de sacudirnos justo cuando creíamos haber alcanzado algo de calma. Y sin embargo, también tiene otra cosa, la de mostrarnos en medio del temblor aquello que de verdad permanece.

Lo que nos sostiene cuando todo cambia no suele ser lo que esperábamos. A veces ni siquiera lo sabíamos hasta que lo perdimos. Pero está ahí, siempre hay algo, una voz interna, un recuerdo, una promesa o una raíz que nos ancla. Hoy en este episodio vamos a hablar de eso que permanece cuando todo cambia. Vamos a mirar hacia adentro, hacia lo que realmente importa, porque a veces para avanzar no hay que correr, sino anclar el corazón en lo esencial.

Cuando todo parece tambalearse buscamos certezas, pero las certezas externas, como el trabajo, la rutina, incluso las personas, no siempre están garantizadas. Ahí descubrimos algo esencial, que la estabilidad no está en lo que nos rodea, sino en lo que hemos construido dentro, en nuestros valores, en lo que nos decimos cuando todo calla, en cómo decidimos actuar frente al miedo. Esa brújula interna no nace de la nada, se cultiva en cada gesto cotidiano, en cada vez que elegimos actuar con coherencia, en cada palabra que damos y cumplimos.

Cuando lo externo cambia, lo que nos sostiene es lo que decidimos ser cuando nadie nos mira. Y eso es más fuerte de lo que parece. Los vínculos también son anclas poderosas. No hablo sólo de los vínculos con personas, sino con todo aquello que nos conecta con lo que somos. Puede ser un lugar, un libro, una música, un silencio al que volvemos, esos pequeños altares cotidianos que nos recuerdan qué seguimos siendo, incluso cuando todo alrededor se transforma.

A veces creemos que la vida nos exige reinventarnos por completo, pero en realidad lo que necesitamos es volver a nuestras raíces, a lo que nos hace bien, a lo que nos da sentido. No se trata de empezar de cero, sino de continuar desde lo que nunca se ha roto, aunque a veces lo hayamos olvidado. En medio del cambio a menudo aparece una emoción que desestabiliza, la incertidumbre, no saber qué vendrá, no tener claro hacia dónde vamos.

Y ahí es fácil perder el norte, pero también ahí es donde nace la confianza, porque cuando no hay mapa, la única guía es lo que se entima un verdadero. Aprender a confiar en el proceso, incluso cuando no vemos el final, es un acto profundo de valentía. Confiar no es cerrar los ojos, es abrirlos con la conciencia de que no todo depende de nosotros, pero sí depende de nosotros cómo caminamos, con los pies firmes, aunque el terreno tiemble. También es importante reconocer lo que caminamos.