La quietud también es camino 🌾🕊️ 3a4k2

Bienvenido, bienvenida a un nuevo episodio de la vida hay que vivirla. Hoy te propongo detenernos. No para rendirnos, no para retroceder, sino para respirar, para mirar con calma, para entender que a veces el mayor acto de avance no se ve en los pasos, sino en la conciencia que ponemos al estar. Vamos a hablar de la quietud, de ese espacio que a menudo confundimos con estancamiento, cuando en realidad puede ser una forma profunda de transformación.

Porque la vida también se mueve en el silencio, en la espera, en esos momentos donde parece que nada cambia y sin embargo todo se está reordenando dentro de ti. Vivimos en una cultura que nos impulsa a no parar, a tener metas constantes, logros, avances visibles. Nos han enseñado a medir nuestra valentía por lo que conseguimos, por lo rápido que vamos, por lo lejos que llegamos y sin darnos cuenta caemos en una inercia donde descansar se siente como culpa, donde parar es sinónimo de fracaso.

Pero la vida real no siempre va deprisa, tiene pausas, tiene ciclos, tiene estaciones y cada una cumple su propósito. No se trata de estar en movimiento constante, sino de aprender a identificar cuándo es momento de empujar y cuándo es momento de sostener. Porque hay tiempos para florecer y también hay tiempos para sembrar, incluso en silencio.

No hacer no es lo mismo que rendirse, a veces no hacer es un acto de sabiduría, es permitirte observar, reflexionar, sentir, es darte el permiso de escuchar lo que llevas tiempo silenciando, de conectar con lo que realmente necesitas y no solo con lo que el mundo espera de ti. En esa pausa puede que no tomes decisiones, puede que no publiques nada, que no marques hitos, pero tal vez en ese silencio estés aprendiendo a conocerte mejor, a perdonarte más, a soltar expectativas que ya no te pertenecen.

No subestimes el poder de ese espacio, porque muchas veces la claridad no llega corriendo, llega cuando estás dispuesto a parar, no todos los cambios son visibles desde fuera. Algunos ocurren como el brote bajo tierra, nadie lo ve, pero está gestándose, fortaleciéndose, preparándose para emerger. Puede que estés atravesando un momento así, un tiempo donde no sabes exactamente hacia dónde vas, pero sabes que no eres el mismo de antes.

Ese proceso, aunque discreto, es valioso, es el tiempo de ajustes internos, de las nuevas perspectivas, es cuando empiezas a entender que no necesitas correr para estar avanzando, que no tienes que demostrar nada para merecer todo. El cambio silencioso es poderoso porque se construye desde la raíz. Y si la felicidad no fuera siempre euforia, y si también fuera serenidad, hay una forma de alegría que no grita, que no salta, pero que sostiene. Es la alegría serena de quien está en paz con lo que es, con lo que tiene, con lo que está viviendo, es esa alegría que nace cuando dejas de compararte, cuando dejas de exigirte más de lo que puedes dar,