"La Multitud" de Ray Bradbury am2m

La multitud de ray bradbury el señor spanner se llevó las manos al rostro hubo una impresión de movimiento en el aire un grito delicadamente torturado el impacto y el vuelco del automóvil contra una pared a través de una pared hacia arriba y hacia abajo como un juguete y el señor spanner fue arrojado afuera luego silencio la multitud llegó corriendo débilmente tendido en la calle el señor espaldera los oyó correr hubiera podido decir que edad tenían y de qué tamaño eran todos ellos aquellos pies numerosos que pisaban la hierba de verano y luego las aceras cuadriculada si el pavimento de la calle trastabillando entre los ladrillos desparramados donde el auto colgaba medias apuntando al cielo de la noche con las ruedas hacia arriba girando aún en un insensato movimiento centrífugo no sabía en cambio de donde salía aquella multitud miro las caras de la multitud se agruparon sobre el colgando allá arriba como las hojas anchas y brillantes de unos árboles inclinados era un anillo apretado móvil cambiante de rostros que miraban hacia abajo leyendo en en la cara el tiempo de vida o muerte transformándola la cara en un reloj de luna donde la luz de la luna arrojaba la sombra de la nariz sobre la mejilla señalando el tiempo de respirar o te no respirar ya nunca más que rápidamente se reúne una multitud como un iris que se cierra de pronto en el ojo pensó es partner una sirena la voz de un policía un movimiento de la boca del señor palmer cayeron unas gotas de sangre lo metieron en una ambulancia alguien dijo está muerto y algún otro respondió no no está muerto y el señor spilner vio más allá en la noche los rostros de la multitud y supo mirando esos rostros que no iba a morir y esto era raro vio la cara de un hombre delgada brillante pálida el hombre tragó saliva y se mordió los labios había una mujer menuda también de cabello rojo y de mejillas y labios muy pintarrajeados y un niño de cara pecosa caras de rostros un anciano de boca arrugada una vieja con una verruga en el mentón todos habían vendido entonces casas coches callejones del mundo inmediato sacudido por el accidente de las calles laterales y los hoteles y de los autos y aparentemente de la nada la gente miró al señor palmer y él miró y no le gustaron había algo que no estaba