"La Fria Mano del Misterio" de Wenceslao Fernández Flórez 726j6i

La fría mano del misterio de venceslao fernández flórez después del casamiento mi mujer me arrastró rápidamente hasta el coche a la puerta de la iglesia te pienses sobre las losas que cubrían las tumbas de los feligreses los padres de ospina lloraban mi suegro era alto delgadísimo de corva nariz tenía los ojos redondos su mujeres a enjuta también enlutada triste nos hablaron sacudían sus manos como manojos de raíces apenas había amanecido y la lámpara del altar se veía en la oscuridad en la iglesia como un ojo de fuego parpadeante llovía cuando arrancaron los caballos mi mujer alzó en las ventanillas y se acercó a mí templando con una inquieta mirada de temor puedo jurar que soy un buen creyente el cura de san eleuterio puede decir como todas las tardes al toque del angelus entraba yo a rezar largamente en la iglesia pero yo tengo el espíritu enfermo muy enfermo yo he querido alejarme de supersticiones y de brujerías y ellas me han cercado y perseguido siempre alguna puertecilla estaba abierta en mi alma por la que ellas venían creo estar en pecado mortal rezaba y rezaba y el espíritu malo reía tras de mí una vez en la iglesia de sant bibliotecario he visto alzarse la losa del sepulcro del conde de inicio y por la abertura curiosear unas cuencas vacías otra vez también después del angelus cuando esto es el templo estaba solitario y tranquilo vi con mis tristes ojos al difunto a basterra mil atravesar la nave y entrar en el confesonario donde empieza se sentaba para oír los pecados de las devotas cuando me casé ospina me quiso explicar estos misterios ella sabía hablar con los espíritus le había enseñado su padre en la sala grande y pobre de su caserón alguna noche había visto yo a mi suegro alzarse de pronto con los ojos redondos brillantes y cantados y extender sus manos tormentosas hacia las tinieblas entonces pasaban unas tenues sombras por el círculo de luz que el quinqué proyectaba en el techo y yo huía amedrentado y ospina me lo había dicho atada habían evocado una vez el espíritu de su primer novio aquel que murió una noche de tempestad en las aguas alborotadas de la ría cuando se obstinó en cruzar el solo de margen a margen para ver a la amada los marineros quisieron partir y marcó el en la dorna jurando por dios que habría de llegar junto ospina murió