John Wayne Glover, el asesino de abuelas 2j2r2h

En los apacibles barrios del norte de Sydney, nadie sospechaba que un hombre cordial, representante de pasteles y vecino ejemplar, ocultaba uno de los secretos más oscuros de la historia criminal australiana.

John Wayne Glover, apodado el asesino de abuelas, sembró el terror durante 14 meses, acechando y matando a mujeres mayores con una frialdad que estremeció incluso a los investigadores más experimentados.

Bajo la máscara de un ciudadano intachable, Glover tejió una red de horror que desafió a la policía y desveló las grietas más inquietantes de la confianza social.

Este caso no solo sacudió a una ciudad, sino que dejó una pregunta sin respuesta.

¿Cuánto puede ocultar la rutina de una vida aparentemente normal? Hoy, en Los Sábados, mando yo, John Wayne Glover, el asesino de abuelas.

Bienvenidos un viernes más a Los Sábados, mando yo, como siempre, con puntualidad británica, claro que sí.

Y ahora nos vamos a presentar a nuestros compañeros, y por aquí empezamos, como siempre, por Lucas el Fértil, padre de nueve, conde de los cambios de pañal, templario de Yo He Venido Aquí a Escucharos, gobernador de los desastres controlados y guardián de las noches en vela, forjando orden en el caos y gloria en cada desvelo.

Hola amigo, ¿qué tal, cómo estás? Muy buenas, ¿qué tal? Pues nada, aquí un día más para comentar cositas sobre el hombre que has presentado hoy.

Y como no podía faltar nuestra dama oscura, señora de las islas, madre de volcanes, dueña de calimas, diosa de las correcciones, ataque de las conjunciones, la quinta amazona del apocalipsis, la que no ha de ser nombrada para evitar que se trabe.

Irreverentemente repelente, hola querida, ¿cómo estás? Hello, ¿qué tal? Pues hija, aquí diciendo las presentaciones de carrerilla, así, con todo el ímpetu del mundo.

¿Y eso a qué tiempo tenemos? Porque vamos, puntuales somos, no se puede decir que no.

Vamos, y el que diga lo contrario miente.

Totalmente, totalmente.

Miente, miente, miente.

No, nosotros normalmente...

Tres veces.

Sí, tres veces miente, si no, no tiene gracia, tienen que ser tres, las cosas van de tres en tres.

Como los tres mosqueteros, o sea, digo yo, no sé qué te iba a decir, que el que diga lo contrario miente, que nosotros siempre venimos por lo menos, por lo menos dos o tres minutos antes de la hora.

Claro, claro, para estar ahí puntuales, que nadie nos diga nada, porque vamos, otra cosa no, pero repito, puntuales.

Puntuales y comprometidas con el podcast, y comprometidas y comprometidos.

Sobre todo eso.

Eh, vale.

Pero aparte de eso, es que es verdad, así que...

Para compromiso, ¿el de quién? El de su excelencia, el duque de los decibelios, marqués del píxel perfecto, abridor de melones, oficial del reino, no hay tema tabú o conversación compleja que no esté dispuesto a destripar con precisión quirúrgica.

Larga vida a Israel, el señor de los sonidos, imágenes y melones.

Muy buenas noches.

¿Cómo estás? Bien.

Atento a escucharte.

Ay, se nos ha pasado la tarde rapidísimo, cuando nos hemos querido dar cuenta hemos dicho...

Yo creo que me han robado una hora y no nos hemos enterado.

Sí, ¿no?