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Saga completa de Dune (6 libros) de Frank Herbert
Hijos de Dune, Capítulo 3 (Audiolibro)

Hijos de Dune, Capítulo 3 (Audiolibro) 5y1s2q

15/5/2025 · 09:52
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Saga completa de Dune (6 libros) de Frank Herbert

Descripción de Hijos de Dune, Capítulo 3 (Audiolibro) 6j91

Hijos de Dune es el tercer libro en la saga de Dune escrita por Frank Herbert en 1976. El libro que le precede en la saga es El Mesías de Dune, y el que le sigue es Dios Emperador de Dune. ~ Nueve años después de la muerte de Chani, del final de la conspiración contra los Fremen, y de que el Emperador Paul Atreides, Muad'dib, ciego y solo, caminara hacia el desierto siguiendo la tradición fremen que aseguraba una muerte rápida, Alia, hermana de Paul y con poderes prescientes similares a los de su hermano, se ha casado con el ghola de Duncan Idaho y se sienta en el trono de Arrakis como Regente Imperial, así como tutora y guardiana de los gemelos nacidos en el momento de morir Chani: Leto y Ghanima. ~ 1h651h

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El Sietch al borde del desierto fue de Liet, fue de Kynes, fue de Stilgar, fue de Moagdi, y una vez más, fue de Stilgar. Los Naid uno a uno duermen en la arena, pero el Sietch permanece.

De una canción fremen, Alya sintió que su corazón latía fuertemente cuando se alejó de los gemelos.

Por algunos angustiosos segundos tuvo la sensación de que no conseguiría irse de allí, de que iba a pedir su ayuda. Vaya estúpida debilidad. Se obligó a sí misma a recobrar la calma. ¿Habrían practicado alguna vez la presencia de aquellos gemelos? El sendero que había engullido a su padre tenía que atraerlos. El trance de la especie, con sus visiones del futuro ondeando como una sutil bruma agitada por un viento voluble. ¿Por qué yo no puedo ver el futuro? Se preguntó Alya.

Lo he intentado muchas veces. ¿Por qué me elude? Tenía que conseguir que los gemelos lo intentaran. Se dijo a sí misma. La tentación sería irresistible para ellos. Poseían la curiosidad propia de los niños, incrementada con memorias ancestrales que se extendían a lo largo de milenios. Así fue para mí, pensó Alya. Sus guardias abrieron los sellos de humedad de la puerta principal del Sietch y permanecieron a un lado mientras ella salía a la explanada donde aguardaban los ornitócteros.

Un viento procedente del desierto esparcía arena por el cielo, pero el día era luminoso. Saliendo de la penumbra de los globos del Sietch a la luz del día, Alya sintió que sus pensamientos surgían también al exterior. ¿Por qué Dama Jessica regresaba en este preciso instante? Habían corrido historias por Calvin. Historias acerca de cómo la regente había...

Debemos apresurarnos, mi dama, dijo uno de los guardias alzando la voz por encima del sonido del viento. Alya dejó que le ayudaran a subir a su ornitóctero y fijaran los cinturones de seguridad, pero sus pensamientos brincaban desbocados. ¿Por qué ahora? Cuando las alas del ornitóctero empezaron a pulsar y el aparato saltó al aire, sintió la magnificencia y el poder de su posición casi como algo físico. Pero cuán frágil. Oh, cuán frágil.

¿Por qué ahora cuando los planes aún no se habían completado? Los vórtices de polvo se apartaron, se disolvieron y pudo ver la brillante luz del sol sobre el cambiante paisaje del planeta.

Amplias extensiones de verdeante vegetación allá donde la reseca tierra había sido dominada.

Sin una visión del futuro, ¿puedo fracasar? ¿Qué maravillas podría realizar si tan solo pudiera ver como veía Paul? Y yo no caería en la amargura que las visiones prescientes parecen llevar consigo.

Un tremendo deseo de que se le permitiera renunciar a su poder la atravesó. Oh, ser como eran los demás, ciegos en la más segura de todas las cegueras, viviendo tan solo aquellas hipnóticas en mi vida a la que precipitaba la mayor parte de los seres humanos el shock del nacimiento. Pero no, ella había nacido a Trades, víctima de aquella conciencia de hones de profundidad inflingida por la adicción de su madre la especie. ¿Por qué mi madre regresa hoy? Gorny Halleck vendría con ella, siempre el devoto sirviente, presto a matar por ella, leal y honesto, un músico que mataba con la misma sencillez con que tocaba su baliset de nueve cuerdas. Algunos decían que se había convertido en el amante de su madre, eso era algo que tendría que comprobar, podría ser una información valiosa.

El deseo de ser como los demás la abandonó. Leto debe ser empujado al trance de la especie. Recuerdo haberle preguntado en una ocasión al muchacho cómo se habría entendido con Gorny Halleck, y Leto, sintiendo implicaciones subyacentes en su pregunta, había respondido que Halleck era leal, hasta el exceso, añadiendo, él, él adoraba a mi padre.

Ella había notado aquella pequeña vacilación, había estado a punto de decir, me, en lugar de, a mi padre. Sí, a veces era difícil separar los recuerdos genéticos de los propios. Gorny Halleck no le hubiera hecho más fácil aquella distinción a Leto. Una dura sonrisa rozó los labios de Alya. Gorny había elegido regresar a Caledon con Dama Jessica tras la muerte de Paul. Su regreso había enmarañado muchas cosas.

Regresando a Rackis, iba a añadir sus propias complejidades a las tramas existentes. Había servido al padre de Paul, y esta era la sucesión. De Leto primero a Paul, y de Paul a Leto segundo. Y fuera del programa genético de la Benigessery, de Jessica a Alya, y de Alya a Ganima. Una línea colateral. Gorny, añadido a la confusión de identidades, podría ser inapreciable. ¿Qué haría si descubriera que llevamos en nosotros sangre de los Harkonnen? Esos Harkonnen los que odia tan amargamente. La sonrisa en los labios de Alya se hizo introspectiva. Los gemelos eran después de todo unos años.

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