Generación quercus 1r1k5i

Bienvenido, bienvenida a Jardines que me gustan, espacio donde exploramos los misterios más curiosos del mundo de la jardinería.

Recibe un cordial saludo del que te habla, mi nombre es José Luis y en este episodio nos adentramos en el mito de la generación Quercus, un conjunto de especies vegetales que han llegado a convertirse en icono.

Al igual que me parece que el hibisco es el arbusto que posee la flor icónica por antonomasia, por aparecer en infinidad de grafismos y estampados, considero que la hoja del roble, Quercus rubor, se encuentra a la misma altura en cuanto a popularidad dentro del mundo foliar.

No existe bosque de hadas, serigrafía otoñal o libro de aventuras juvenil donde no aparezca o se haga referencia al roble o a su hoja.

Símbolo de poder, dignidad y longevidad, en la antigua cultura celta el roble se encontraba siempre asociado con atributos casi divinos.

Es más, los druidas, la clase sacerdotal de los celtas y, junto con la nobleza, las personas con mayor jerarquía dentro de su cultura, ensalzaban al roble en sus rituales y era pieza fundamental de su saber.

La propia palabra druida en lengua céltica antigua significa el que conoce al roble.

Es cierto que toda esta mitología se encuentra oculta en una niebla de historias, cuentos y leyendas, pues los druidas transmitían su conocimiento a través de la palabra oral y los nuevos sacerdotes debían memorizar lo que aprendían, labor que podía llegar a durar hasta 20 años.

Y es que tenemos que remontarnos hasta la edad de hierro, hace miles de años, para encontrar los últimos vestigios de un tiempo donde se veneraba al roble.

Una época que por otro lado dio lugar a la mitificación de un árbol que se convirtió en icono.

Fue el comienzo de la generación Kerkus.

El roble no es único, pues forma parte del género Kerkus que engloba a otras muchas especies arbóreas y arbustivas.

La encina, Kerkus ilex, el alcornoque, Kerkus uber o el quejigo o Kerkus faginea son otras de las especies del género Kerkus que forman parte del paisaje, habitan dehesas y pueblan bosques.

Incluso su emblemática hoja es confundida a veces entre las distintas especies.

Kerkus rubor o roble común se apropia en gran medida de la popularidad de un género vegetal que alcanza entre 400 y 600 especies.

Es un árbol con corteza de ébano la cual a su vez se encuentra marcada por penetrantes surcos.

El roble llega a medir 40 metros de altura y su longevidad no se queda atrás, pues existen ejemplares de mil años.

Los robles viejos son una importante seña de identidad de muchos paisajes.

La generación Kerkus posee otra característica protectora de bosques y la vida que alberga.

Las bellotas que producen son una valiosa fuente de alimentos de los animales silvestres y, en algunos casos, domésticos.

En concreto, las bellotas del roble tienen una longitud de 2 o 3 centímetros y maduran al inicio del otoño estando disponibles para la fauna en los meses menos favorables del año.

Las bellotas del roble también han alcanzado propiedades casi mágicas por este motivo, pero sigo insistiendo que son las hojas las más inspiradoras en las artes.

Pintura o literatura han representado en incontables ocasiones las hojas alternadas de lóbulos poco profundos del roble, hoja icónica que veneraban en la antigua cultura celta y cuya fascinación ha llegado hasta nuestros días.

Así concluye este episodio de jardines que me gustan sobre el roble y otras especies del género Quercus.

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Hasta luego amantes de la naturaleza y los misterios botánicos.