
El euro digital, la ratonera del ciudadano 3451a
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La propiedad privada comienza en el ahorro. Si el Estado puede decidir cómo, cuándo y dónde usar tu dinero, ha dejado de protegerte para convertirse en gestor de tu vida económica. Se tratará de una movilización forzosa del ahorro, revestida de responsabilidad social o de emergencia global. LIBROS RECOMENDADOS "Dirigir y gobernar", de Luis Huete y Ichak Adizes "El negocio de las armas en España", de Antonio Fernández Estévez "Los poderosos", de Marcos López Herrador OTROS PÓDCAST RELACIONADOS 😭 La crisis global permanente ☂️ https://ivoox.librosgratis.biz/crisis-global-permanente-audios-mp3_rf_132453939_1.html 😭 Totalitarismos democráticos ☂️ https://ivoox.librosgratis.biz/totalitarismos-democraticos-audios-mp3_rf_131910796_1.html REDES SOCIALES Síguenos en X (antes Tuiter) @SomosLibro y @hptr2013 Canal en Telegram https://t.me/lol33s ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1029497 4p5h2x
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En medio de una creciente incertidumbre económica global y una Europa en transformación, el debate sobre el euro digital ha pasado de los círculos técnicos a las conversaciones cotidianas.
Lo que está en juego no es solo una nueva forma de dinero, sino un cambio profundo en la relación entre los ciudadanos, sus ahorros y el Estado.
Se trata de un movimiento conducido desde el nuevo relato progresista globalista que pretende marcar el paso en Europa, del ahorro ocioso, entre comillas, al capital dirigido.
Bruno Le Maire, ministro de Economía de Francia, lo expresó con claridad preocupante y parafraseando al ministro vino a decir que es inisible que el dinero de los ciudadanos permanezca ocioso en los bancos, sin estar trabajando, entre comillas.
Pero no nos llevemos a engaño porque no se refiere, como podría pensarse, a fomentar el libre al mercado para obtener rentabilidad.
Se trata más bien de reorientar el ahorro privado hacia inversiones en empresas estratégicas seleccionadas por los Estados o por la plutocracia que orbita alrededor de ellos.
Es donde se podrá ganar o perder, sin garantías, sin rescates y con la sugerencia coercitiva de reinvertir constantemente los beneficios para que no estén de nuevo en estado ocioso.
Este paradigma no es nuevo, pero sí se ha intensificado.
Si recordamos un poco la crisis de 2008, desató una avalancha de liquidez.
A esta le siguieron las políticas expansivas de los bancos centrales durante la pandemia, y más tarde el conflicto en Ucrania que sirvió para justificar una nueva expansión monetaria en nombre de la autosuficiencia energética y el gasto militar.
Ahora con una Europa abocada a una economía de guerra, la necesidad de financiación estatal crece y la deuda pública también, y ante la imposibilidad de encontrar suficientes compradores voluntarios para esa deuda, aparece una vieja solución con una nueva cara.
La represión financiera.
¿Y qué es eso de la represión financiera? Pues algo que ya se está planteando cada vez en más frentes financieros, incluida la banca, por supuesto, y no es más que mantener los tipos de interés reales pero negativos, es decir, que te cobrarán por tu dinero ocioso para dificultar el ahorro tradicional y dirigir el capital privado hacia objetivos definidos por el poder político.
En este contexto, el euro digital se perfila como la herramienta definitiva.
A diferencia del efectivo, el euro digital es trazable, programable y potencialmente puede estar sujeto a tipos de interés negativos, claro, ¿por qué no? Sobre todo si el mango de la sartén la tienen ellos, los políticos.
Esto significa que mantener el dinero sin moverlo podría implicar una pérdida directa de valor.
Pero hay más.
En ciertos modelos, como ya se está probando en China, aunque todavía no se ha puesto en práctica, el dinero digital puede tener fecha de caducidad, si no se gasta en un determinado tiempo el dinero que tenías desaparece.
Así se incentiva artificialmente el consumo o la inversión, eliminando el margen de libertad del ciudadano para decidir qué hacer con su dinero, el que él ha ganado con su esfuerzo, el que legítimamente es suyo.
Además, si el euro digital se implementa plenamente, el banco central europeo se convertiría en el depositario directo de nuestros fondos, dejando a los bancos tradicionales como simples intermediarios sin capaz de maniobra real, es decir, meros correveidiles.
Este cambio exige una nueva arquitectura bancaria, la creación de una Unión Bancaria Europea Real donde los bancos actuales, vistos como un obstáculo por su estructura privada y descentralizada, sean absorbidos o reconvertidos.
El objetivo es formar una especie de confederación bancaria bajo control estatal o supranacional, reduciendo el número de entidades y facilitando el control del flujo de capitales.
El ciudadano se verá progresivamente empujado a invertir sus ahorros en sectores definidos, como ya hemos dicho, por el poder político, pues puede ser en defensa, transición ecológica, tecnología verde, etc.
Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org
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