T13 E06 Poder conectar para poder orar 2h2w40

Hoy quiero ir más a fondo otra vez en un tema que ya tocamos y sin embargo, no sé si les pase, pero yo en cualquier tema que me empiezo a meter, entre más leo y entre más aprendo, me doy cuenta de que hay más cosas que aprender. Así que vamos a seguir más a fondo en el tema de cómo conectar, pero de manera muy práctica, con la oración de alabanza.

Quisiera dar ejemplos desde lo más humano hasta lo bíblico y que estos ejemplos o estas pautas también siendo muy prácticas nos ayuden a conectar con esta oración, porque como todo tipo de oración tiene muchos frutos y quisiera que cada uno de nosotros, yo en primera persona, viera los frutos de fortaleza, de paz, de alegría, de esperanza. ¿Quién no quiere tener un día, una vida, un corazón sereno, alegre, tranquilo, fuerte? Todo eso y más son frutos de la alabanza, además de nuestra relación con Dios, de sentirnos muy amados.

En fin, los frutos pudieran ser muchos, pero vamos a esas pautas. Quiero empezar con un ejemplo muy humano para representar la oración de alabanza. Imagínense, y me voy a poner aquí yo en primera persona, que yo estoy en las gradas de una piscina, alrededor de una piscina olímpica, porque mi hermano llegó a las olimpiadas y está a punto de echarse su clavado de 10 metros de altura. Yo me imagino cómo pudiera estar ahí.

En primer lugar, yo estaría viendo hacia arriba, porque mi hermano está a punto de echarse un clavado y estoy segura que en mi interior estarían recorriendo muchos sentimientos y pensamientos.

Un sentimiento a lo mejor de orgullo, de alegría, un sentimiento también de valoración, pensamientos de yo sé todo lo que le ha costado, yo sé todo el tiempo que ha invertido, yo sé la disciplina que ha tenido. Y a lo mejor, espontáneamente, voltearía con alguien que está ahí al lado y le diría, ese es mi hermano, llegó a las olimpiadas. Y le contaría la historia de cómo llegó y le diría, tú no sabes todo el tiempo que dedicó, tú no sabes todo lo que sacrificó.

Pues así me imagino, estando al pendiente de mi hermano, que está ahí arriba a punto de echarse el clavado. Esta es historia ficticia, pero vamos a imaginarlo así. Y después expreso a la persona que está ahí al lado toda mi emoción, todo mi orgullo. Y llega el momento en que se echa el clavado, clavado perfecto, y obviamente, ¿cuál es la reacción? Es que uno ni lo piensa, espontáneamente saltas, brincas, gritas, aplaudes, echas porras. Eso sería una reacción normal.

Así es la alabanza también, es igual. Empiezas viendo a Dios, empiezas reconociendo, empiezas sintiendo algo bueno por Dios, reconociendo todo lo bueno que ha hecho. Entonces primero conectas con el corazón. Después, yo les decía espontáneamente, seguramente le diría a la persona que está al lado, yo lo conozco y no sabes todo el tiempo que dedicó y no sabes el esfuerzo que hizo. Entonces, esa situación que estoy viviendo, primero conecta con mi corazón, después conecta con mis labios, comento algo y después espontáneamente conecta con todo mi cuerpo.

Y uno salta, uno brinca y aplaude. Podemos hacer esto mismo en la alabanza, entonces primero conectar con el corazón, que es lo que nos dice nuestro interior de Dios, que reconocemos de bueno en él. Y después conecta eso con tus labios, empieza a expresárselo, empieza a decirlo en voz alta, hay algo de proclamar las cosas en voz alta, no queremos esconder nada, queremos que se escuche.

Y finalmente, la alabanza conecta con el cuerpo. ¿Qué surgiría en ti después de que el corazón se está llenando, después de que los labios también se están llenando? ¿Qué surgiría? Un abrir los brazos, un poner tu mano en el corazón, hincarte, postrarte, agachar la cabeza, bailar, moverte, hay muchas expresiones corporales que se pueden hacer. Y ese es el caminito para una oración de alabanza.

Lo vemos también en el Rey David, si nos vamos al libro, al segundo libro de Samuel en el capítulo 6, nos narra cómo el Rey David, después de vencer a los filisteos, regresa con todos los soldados y con el arca, y recordemos que el arca es donde estaba la presencia de Dios, y David va ahí alrededor del arca, danzando y dando vueltas, y dice la biblia que danzaba y daba vueltas con mucha fuerza, no disimulado, no más o menos, no, era el rey danzando. Y a tal grado, yo no sé si se vería muy ridículo el Rey David, pero resulta que la presencia de Dios,