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Querido Lennon
#42 - La libertad empezaba en Gambier Terrace.

#42 - La libertad empezaba en Gambier Terrace. 5e6h2a

31/5/2025 · 12:28
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Querido Lennon

Descripción de #42 - La libertad empezaba en Gambier Terrace. 1a4m6q

Programa 42 de Querido Lennon, podcast en el que José Ángel Martín te acerca la vida del genial artista de Liverpool de un modo narrativo. En este episodio John Lennon abandona el calor del hogar en Mendips para mudarse junto a sus compañeros de la Escuela de Arte. Espero que te guste. Música compuesta por Chefo Martín para Querido Lennon: Lennon's Dream. Landscapes With John. Fuentes: Biografía de John Lennon de Philip Norman. Tienes todos los enlaces de interés aquí: https://linktr.ee/sfbeatlespodcast Escúchame también en: Strawberry Fields: https://go.ivoox.librosgratis.biz/sq/1111010 Noches Templarias: https://go.ivoox.librosgratis.biz/sq/2496835 Escucha Querido McCartney: https://go.ivoox.librosgratis.biz/sq/2519388 Muchas gracias por escuchar Querido Lennon. Sin ti no sería posible seguir adelante. 562b9

Lee el podcast de #42 - La libertad empezaba en Gambier Terrace.

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

En el episodio anterior, el rompecabeza sonoro que es John Lennon sumaba una nueva pieza vital, la llegada de Stuart Sutcliffe. Un bajista sin formación, sí, pero con un Hodner entre las manos y una actitud que marcaría el pulso de una época. Hoy seremos testigos de un giro decisivo en la vida de John. Es el momento en que deja atrás la seguridad del hogar en Mendips y el abrigo severo de su tía Mimi para lanzarse, con alma ardiente, a compartir la vida con sus camaradas de la Escuela de Arte.

Un paso hacia la libertad, un salto hacia la leyenda. Yo soy José Ángel Martín y te doy la bienvenida a Querido Lennon. Justo antes de Navidad, en una de esas tardes grises y húmedas tan típicas de Liverpool, la señora Plant, una mujer meticulosa, abnegada y dueña orgullosa del número 9 de Percy Street, decidió, quizá movida por un presentimiento o simplemente por el instinto de quien cuida lo suyo con esmero, hacer una visita sorpresa a su propiedad.

Lo que encontró al abrir la puerta fue un escenario de pesadilla. Un atentado contra su legado, contra su paciencia y contra su confianza. Lo que una vez fue un modesto pero valioso depósito de muebles antiguos, guardados cuidadosamente en el sótano con la esperanza de ser restaurados algún día, había desaparecido. Bueno, no desaparecido exactamente, sino transformado.

Reducido a astillas y cenizas. Utilizado como leña improvisada para alimentar las largas y gélidas sesiones de ensayo de un grupo de jóvenes músicos que aún respondían al eco del nombre Quarrymen, pero que ya soñaban con conquistar el mundo. Y también, ¿por qué no decirlo?, para calentar las noches íntimas, bohemias y clandestinas de John Lennon y Cynthia Powell.

La sorpresa de la señora Plant fue solo el principio. Al subir las escaleras, la indignación se transformó en puro espanto. La chimenea Adam, una pieza decorativa de valor incalculable que presidía el estudio de Stuart Sutcliffe, había desaparecido por completo. No había rastro de ella, salvo quizá en la mirada traviesa de alguno de los inquilinos. Más tarde, Rod Murray lo confesaría con un tono entre la risa y la culpa.

Fuimos dejando trocitos de ella por toda la ciudad, como si estuviésemos deshaciéndonos de un cadáver. La analogía no era gratuita. Lo que había ocurrido allí no era un simple acto de descuido, sino un crimen cultural para los ojos de una propietaria que amaba a su casa como una extensión de su propia historia. Aquel acto de vandalismo, puro y sin disimulo, fue la gota que colmó el vaso. Con una mezcla de furia y decepción, la señora Plant emitió una orden de desalojo inmediata a todos y cada uno de los ocupantes del edificio.

La fiesta se había acabado en Percy Street. Pero como sucede tantas veces en la vida, lo que parecía un final no era más que un nuevo principio. A principios de enero de 1960, cuando el aire aún mordía la piel con su frío húmedo, Roth y Stu encontraron un nuevo refugio. Su destino fue el número 3 de Hillary Mansions en Gambier Terrace, una majestuosa hilera de casas georgianas con vistas privilegiadas a la inacabada Catedral Anglicana de Liverpool. El edificio, con su elegancia marchita y sus habitaciones generosas, parecía hecho a medida para una nueva etapa.

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