Episodio 3: A boy and his blob 723d2d

Ya estoy de vuelta. ¡Ey, amigo Bucky! No puede haber un vigilante mejor para mi taller.

Y no solo eso, eres un ayudante excepcional. Vale, vale, sí, sí, me he acordado de traerte pipas. Ah, pues ya están aquí los primeros clientes. Bienvenidos.

Justamente acabo de abrir el taller y saludaba a mi amigo y guardián de los secretos de pociones 99. Os presento a Bucky. ¿Cuánto nos aportan los amigos, verdad? Y no son menos los animalitos que podéis tener cada uno en vuestras casas o guaridas. Ellos nos acompañan y nos quieren en nuestros mejores y en nuestros peores momentos. Aunque si venís aquí en Dragón a comprar pociones, mejor lo dejéis en la puerta, ¿vale? ¡Ay! La amistad. Esa esencia tan buscada e ingrediente vital en tantas y tantas historias.

¿Sabéis? Una de ellas fue muy inspiradora para mí. La amistad de un chico y su amigo Blob, el extraterrestre. Un fabuloso ser que podía adoptar formas inimaginables. Y en poco tiempo ambos formaron un lazo de lealtad inquebrantable. Pero el entrañable visitante necesitaba ayuda. Y es que un malvado emperador estaba amenazando la paz de su planeta. Así que el chico, decidido a ayudar a su amigo, tomó su mochila y emprendió junto a Blob una aventura apasionante. Y fruto de esta historia descubrí algo muy importante. La esencia de la amistad incondicional. Hoy en Pociones 99 os traigo un juego muy querido por quienes vivimos el auge de la NES.

Una fabulosa historia de un chico y su Blob, que además se supuso la libertad creativa de su creador, David Crane. Hablaré de la historia previa de su creación, entre los que se incluyen momentos decisivos en la historia de Atari y que marcaron el rumbo de la historia de los videojuegos. Después nos meteremos de lleno en el sistema de juego y en sus peculiaridades y diferentes versiones del título. Finalmente completamos experiencia, esta vez no con una película, sino con un género. Uno que estaba muy de moda en los 80, ya veréis. Preparaos porque nos esperan grutas, mil peligros y tesoros escondidos. En definitiva, una aventura de la vieja escuela de los 8 bits de Nintendo.

Hoy os presento A Boy and His Blob. Nos encontramos a finales del año 1979. La legendaria Atari estaba totalmente inmersa en una importante transición. Su director, Ray Cassar, hacía un año que había tomado el mando y estaba dispuesto a cambiar totalmente la estructura interna de la compañía. Y entre esos cambios, destacó su visión de negocio mucho más orientada al crecimiento económico. El objetivo estaba claro, potenciar las ventas de la Atari VCS.

Así que con esta meta en el horizonte, la empresa destinó 5 millones de la época en una campaña de promoción nunca vista en la industria del videojuego hasta ese momento. Revistas, periódicos y televisión se hicieron un eco de las bondades de la consola, e incluso se contó con celebridades ilustres como Pelé o Karim Abdul-Jabat para diversos comerciales. Todo iba como la seda, el parque de consolas era cada vez mayor y las ganancias crecían de forma vertiginosa.

Pero no todo era tan perfecto, ya que en el seno de la compañía habían ciertas disputas. Pues al parecer el presidente de Atari puso al equipo de marketing a dar instrucciones a los responsables de la creación de los juegos, aunque estos últimos no tenían ningún tipo de decisión creativa en sus propias obras. Cosa que con razón les incomodaba y mucho.

Como anécdota, en una entrevista que se le hizo en un diario al presidente de Atari, Ray Kassar, este dijo que los creativos de su propia empresa eran, atención, un montón de divas estiradas. Días después, todos en el departamento creativo llevaban una camiseta en la que rezaba, una diva estirada más de Atari. Y en ese plan, con ese escenario de fondo de marketing versus creatividad, iba a ocurrir algo que cambiaría para siempre el modelo de la industria. Y los protagonistas.