Ep_16| Cómo comunicar tu verdadero valor como interiorista (más allá de ser cercana y empática) 1d212

Hola, estás escuchando Brandiorismo, un podcast para interioristas y decoradores.

Un podcast que va de branding, de marca personal, de diseño, pero que sobre todo va de aprendizajes y reflexiones que quiero que te ayuden con tu estudio y tu emprendimiento. Voy a contarte de tú a tú lo que hay detrás de una marca redonda y quiero enseñarte a utilizarlo con tu negocio de forma estratégica. Quiero que te sirva de inspiración para que algo haga clic en tu cabeza y puedas ponerlo en práctica con tu estudio. Soy Elena Losada, Elena con H, y estoy especializada en branding y diseño de marca para el sector del interiorismo y la decoración. Soy una loca de la cultura japonesa y no sé vivir sin pintar, diseñar o crear. ¿Te quedas a escucharme? Hola, Brandiorista. Bienvenida a este nuevo episodio del podcast. Por si eres la primera vez que me escuchas y que estás por aquí, te voy a explicar que este es un espacio para interioristas, para decoradoras, para emprendedoras creativas que quieren construir una marca personal auténtica, coherente y alineada con su jato, con su esencia.

Hoy quiero hablarte de un tema que sé que te va a resonar mucho si estás en el momento de construir o de redefinir tu marca. Un tema que veo constantemente con mis clientas en las sesiones de Estrategia de Marca y que, si no se trabaja, puede hacer que sigas siendo una más en el sector, aunque tengas un talento y un potencial brutal y seas la mejor interiorista. Así que quédate porque este episodio puede cambiar la forma en la que ves tu marca. ¿Empezamos? Cuando en la primera fase de Estrategia de Marca empiezo a trabajar con interioristas, con decoradoras, empezamos viendo, depende del caso, pero generalmente la parte de Historia de Marca, valores, la emoción que quieren crear y, por norma general, todas, yo diría más o menos un 95% de las profesionales de este sector con las que trabajo, me dicen Helena, yo quiero que mis clientes se sientan bien en su hogar.

O me dicen, soy muy empática, me encanta escuchar, entender a mis clientes, ser cercana con ellos, que sientan que yo les escucho. Y otras veces, o se suma a estos dos anteriores, que me dicen, mis valores de marca son la cercanía, la confianza, la empatía… ¿Qué piensas de esto que te acabo de decir? ¿Te has visto reflejado? Puede que tú también te sientas identificada con estas palabras, con estos valores, con esta forma de entender el interiorismo. Y es normal, porque seguramente así es como trabajas y así es como eres. Pero te voy a contar algo que creo que nunca te habían dicho tan claro. Esto que te acabo de contar y estas frases que siempre me repiten, no puede ser tu mensaje de marca ni tus valores de marca.

Porque si tu mensaje de marca se basa únicamente en eso que dice el 99,5% de las profesionales de tu sector, dime, ¿cómo esperas que un cliente pueda percibir que tú eres diferente? ¿Cómo esperas que se acuerden de ti? ¿Cómo esperas que paguen más por tu servicio si no ven una diferencia clara entre tú y el resto de profesionales? Y aquí es donde viene el problema. Cuando no hay una diferenciación clara, ¿sabes en qué se basan los clientes para elegir? Piensa justo en eso, en el precio. Y entonces entras en esa rueda en la que te aseguro que no quieres estar. Y yo te aconsejo que no entres, porque yo ya he pasado por ella. Y por eso te estoy contando estas palabras, para que si puedes evites este error y te saltes todos esos pasos que ya te digo yo que no sirven.

Cuando lo que compites es por precio, al final bajas los precios para entrar en esa competición y llevarte el trabajo. Trabajas más horas de las que en realidad estás cobrando. Aceptas proyectos que no te llegan a llenar del todo, con los que no disfrutas, que te dan dolor de cabeza. Clientes estás deseando acabar para no volver a verlos. Y el resultado de todo esto es que empiezas a frustrarte, a estar agotada, a estar desilusionada y a pensar que a lo mejor no es el camino que tenías que haber escogido. Pero en realidad lo que pasa es que has entrado en una rueda del hámster en la que estás compitiendo por precio.