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Entre las cenizas del imperio Episodio 1 El nacionalismo vasco sangre y cenizas 426j6a
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¿Y si todo lo que te contaron sobre la identidad vasca fuera una mentira? En este arranque de Entre las cenizas del imperio, un vasco español desmonta los mitos del nacionalismo vasco con bisturí y sin anestesia. Desde las fantasías racistas de Sabino Arana hasta el terror de ETA, pasando por la politización del euskera —de joya cultural a arma divisiva—, este episodio revela cómo un movimiento romántico se convirtió en una pesadilla de sangre y oportunismo. Descubre a los vascos que forjaron la gloria de España y cómo el independentismo ha torcido su legado. ¿Te atreves a escuchar la verdad que el nacionalismo no quiere que oigas? 🔥 #Historia #NacionalismoVasco #España #Podcast 636v1u
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hace tiempo que el sol se puso en el Imperio Español.
Enemigos externos e internos lo redujeron a cenizas en un fuego implacable.
Hoy solo nos quedan las ruinas humeantes del pasado.
Si entre las cenizas del Imperio vagamos sus hijos.
No es posible a los pueblos desempeñarse de su pasado y mucho menos de su porvenir.
A pesar de todo lo que se hace para destruirla, España subsiste.
Han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares.
¡La guerra ha terminado! Los españoles han perdido.
Juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la constitución y las leyes, y respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas.
¿Qué queda de un imperio cuando sus cenizas se enfrían? En España, entre esas cenizas, creció una fuerza que ha moldeado nuestra historia reciente con divisiones y dolor.
El nacionalismo vasco.
Soy vasco, español y según algunos, un traidor por contar esta historia.
¿Y ustedes, están listos para acompañarme entre las cenizas? ¡Bienvenidos a Entre las Cenizas del Imperio! Hoy vamos a desentrañar un fenómeno con más de un siglo de recorrido.
Una herida abierta que no solo ha dañado a España, sino también a los propios vascos.
Este paseo nos llevará desde los orígenes del pueblo vasco hasta el presente.
Un aviso sobre lo que pasa cuando las identidades se construyen sobre mentiras y odio.
Empezaremos por su impacto en nuestra historia reciente, y luego nos adentraremos en su origen con Sabino Arana, cuyas palabras aún resuenan como un eco tóxico.
Desde ahí, indagaremos en el constructo del pueblo vasco.
Analizaremos cómo Euskera pasó de tesoro cultural a arma política.
Exploraremos la evolución del nacionalismo vasco y su destructiva influencia en cada proceso nacional hasta hoy, para terminar con el más sangriento y oscuro de sus hijos.
ETA, imperiales, prepárense porque esto será largo y necesario.
El nacionalismo vasco no es un capricho pasajero.
Es una corriente que ha marcado España desde finales del siglo XIX hasta hoy.
Pero para entenderlo, debemos retroceder al momento de su nacimiento.
Piensen en los grandes hitos de nuestra historia reciente.
La guerra civil, el franquismo, la transición, el estado de las autonomías.
En cada uno, este movimiento ha estado presente, exigiendo privilegios, separando las familias entre vascos buenos y vascos malos, imponiendo su visión, pero su origen se remonta a un periodo turbulento.
Estamos en los finales del siglo XIX, cuando España era un imperio herido de muerte.
Tras la invasión napoleónica de 1808, las guerras carlistas que partieron al país entre 1833 y 1876, la pérdida de Cuba y Filipinas en 1898, fue el último clavo en el ataúd de una gloria pasada.
Fue entonces, en este caos, cuando surgió el nacionalismo vasco.
No como un movimiento realista o científico, sino como un hijo del romanticismo.
Un movimiento cultural, que abarcaba el arte, la poesía y las emociones, pero que carecía de rigor histórico.
El romanticismo fue una época fértil de la creación de leyendas y mitos con apariencia de historia, pero que no eran más que rotundas falsedades.
Y de aquí nacieron innumerables tradiciones milenarias vascas, que en el mejor de los casos, tienen poco más de cien años.
Por no hablar de todas las que al calor del independentismo vasco han surgido en las últimas décadas, opacando las pocas tradiciones realmente vascas que han llegado a nosotros.
Algunos intentan buscar antecesores anteriores a Arana para estas heridas nacionalistas, pero caen en más mitos.
Por ejemplo, citan a Eugène-Augustin Chahot, un vasco francés, que en 1836 publicó un falso libro de viajes, «Paisa perdonar mi francés» «Voyage en avar perdant les jours sont des vasques» o «Como diantre se diga».
También mencionan al padre Manuel Larramendi, un jesuita del siglo XVIII, que defendió los fueros vascos en su coreografía de Ipuzkoa.
Sin embargo, Larramendi era un irredente austracista en la guerra de sucesión por la corona de España, leal a un proyecto español bajo Carlos de Austria, no un nacionalista vasco.
Incluso, llegó a ser el concesor de la propia reina viuda.
Ya hablemos del término vasco.
No siempre es así.
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