Enigmas de la Historia P17 Anasazis Objetos Malditos 64b29

Bienvenidos una semana más a su encuentro con la historia, con sus secretos, su pasado perdido. Hoy vamos a comenzar con una civilización misteriosa, otra más, perdida a las páginas del tiempo. Sin embargo, ésta no se encuentra en Sudamérica o el Pacífico, donde no paran por suerte de hallarse restos de un pasado que apenas conocemos. Esta maravilla se encuentra en un lugar del que apenas se conoce su pasado más allá de unos pocos siglos.

Empezamos otro de los animas de la historia. A finales del siglo XIX, unos exploradores descubrieron en Mesa Verde, Estados Unidos, una serie de yacimientos asombrosos. Se trataba del legado de los Anasazi, un pueblo indígena desaparecido misteriosamente hacía bastante tiempo. La civilización de los Anasazis desapareció completamente antes de que Colón pisara América en 1492. Se ignora, ya que no hay pruebas escritas, con qué nombre se designaban ellos a sí mismos.

El término Anasazi es sólo el nombre que le dan los indios navajos contemporáneos al antiguo pueblo constructor de ciudades.

La palabra Anasazi significa antiguos enemigos, aunque étnicamente es posible que ni siquiera estuvieran relacionados con los navajos. No obstante, pues dada la ausencia de documentos escritos y la limitación de los conocimientos actuales, no es posible probar ninguna de dichas hipótesis, lo que convierte a los Anasazis en un completo enigma.

El 18 de diciembre de 1888, un ranchero del suroeste de Estados Unidos, llamado Richard Wetherill, conducía su ganado a través de la región de Mesa Verde, en Colorado. Se separó de sus compañeros para buscar unas reses perdidas y, junto con su cuñado y un nativo de la tribu Ute, cabalgó hasta un punto en el que la meseta se rasgaba convirtiéndose en un afilado acantilado, desde el que sin bajarse del caballo pudo contemplar un impresionante cañón.

El sol a esas horas acariciaba sutilmente el acantilado, creando un espejismo radiante, casi mágico, y frente a ellos, algo tan hermoso como desconcertante, una ciudad casi espectral. Olvidándose del ganado, bajaron lentamente el barranco atraídos irremediablemente por la visión. Desmontaron y contemplaron atónitos el sublime poblado de Arenisca.

En un asombroso silencio recorrieron sus edificios, almacenaron algunos objetos y volvieron al rancho, habiendo bautizado su descubrimiento como Cliff Palace, traducción al inglés de El Palacio del Acantilado. Los Anasazi escogían lugares excepcionales para instalarse. Varios pueblos se sitúan bajo impresionantes acantilados. La orientación de los pueblos protege de la lluvia y la nieve en invierno y de los mayores calores del verano.

Además, presentan la ventaja de ser una protección natural frente a los ataques enemigos. Los muros de las casas están hechos con una especie de adobe llamado jacal, aplicados a unas rejillas hechas de madera. Las construcciones mejor conservadas tenían una estructura de piedra unida por mortero.

También conocían el ladrillo cocido. En distintos pueblos, ciertas casas guardan huellas de pintura decorativa sobre un revestimiento de yeso, arcilla o directamente sobre el adobe. El tejado estaba recubierto por capas de arcilla y ramas mantenidas por troncos. Las casas inicialmente tenían un solo nivel, pero podían elevarse hasta en dos pisos suplementarios. Varias habitaciones rectangulares en la planta baja estaban reservadas al almacenamiento del alimento. La vida diaria se realizaba sobre todo en las terrazas de estas viviendas. Los hombres tejían el algodón para hacer mantas y camisas. Usaban otras fibras vegetales como el