Enigmas de la Historia P16 Akenaton la vidente de Franco Susana Carrasco 1d6l6o

Bienvenidos otra semana más a Enigmas de la Historia. Hoy vamos a viajar de nuevo al Antiguo Egipto. Quiero mostrarles a un faraón que intentó cambiar la historia.

También tendremos una visita muy especial. Y para terminar, bueno, eso lo vamos a dejar en suspense. Empezamos otro Enigmas de la Historia.

El Antiguo Egipto está lleno de maravillosas historias. El misterio que se esconde en sus arenas y de tan estudiada civilización nos trae siempre personajes únicos. Uno de mis favoritos, he de reconocerlo, es el faraón Amenhotep o Amenofis IV, el cual, en un giro histórico y sorprendente para la época, decidió eliminar las más de 2.000 deidades del panteón egipcio y centrar el culto en el dios Sol.

Una legítima herejía que disgustó a muchos de sus súbditos. Este cambio, sin precedentes, del politeísmo al monoteísmo, no piensen que se debió únicamente a motivos espirituales. El a partir de entonces llamado Akhenatón, en homenaje al dios Atón, el único reconocido a partir de entonces, consiguió restar poder e influencia al sumor sacerdote de Amón.

Ya en el quinto año de su reinado, abandonó la ciudad de Tebas junto con su esposa Nefertiti y desplazó la corte a Akhenatón, una nueva capital en medio del desierto que se corresponde con la actual ciudad de Amarna. El arte también cambió radicalmente. Las figuras pomposas que disimulaban cualquier imperfección, dieron paso a unas esculturas que mostraban a una familia real tal y como era.

Ya después su hijo, el célebre Tutankamón, restablecería después a los viejos dioses y formas. Pero la historia de Tutankamón, como dice la frase, ya sería otra historia. Antes conozcamos al misterioso Akhenatón. Desde el principio de su reinado, el faraón Akhenatón y su bella esposa Nefertiti desafiaron a todo el sistema de fe establecido en el antiguo Egipto.

Dispuestos a todo, golpearon las bases y la visión del mundo egipcio. Pero sus ideas llevarían a la nación al borde del abismo. Akhenatón comenzó a reinar durante los años esplendorosos del imperio egipcio, hace casi 3.500 años. Su ejército era el más poderoso del mundo. Sus cosechas eran abundantes y su población estaba bien alimentada.

Sus lujosos templos y palacios reales estaban abarrotados de tesoros y los sacerdotes y el pueblo vivían felices, convencidos de que su buena esperanza se debía a que mantenían a los dioses satisfechos. Fue entonces cuando Akhenatón llegó al trono con la herética intención de acabar con una religión de más de 1.500 años de antigüedad. La idea de Akhenatón era trágica e insurrecta.

Por primera vez en la historia, un faraón quería reemplazar el panteón de los dioses egipcios con un solo dios, el Sol o Atón, creador de todo lo habido sobre los cielos o bajo ellos. En seguida se encontró con el rechazo de los poderosos sacerdotes. Sin embargo, él era el faraón, el dios viviente, y tenía el poder de cambiar todo, la religión, la política, el arte y hasta el lenguaje. Decretó que los 2.000 dioses tradicionales que habían protegido a Egipto por más de 1.000 años quedaban eliminados.

Los dioses en formas animales y humanas fueron destronados por un dios abstracto, el Sol, que iluminaba con sus rayos al rey. Akhenatón empezó a adquirir peligrosos enemigos entre los sacerdotes, y para alejarse de ellos y sus ansias de poder, abandonó la antigua y sagrada ciudad de Tebas, el corazón de toda la nación, y se dirigió hacia el norte por el río Nilo en busca de una nueva quimera.

A su esposa Nefertiti le dio el título de gran hermana.