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La mente y sus cicatrices
En solitario 3. Excentricidades y bizarradas culturales y antropológicas.

En solitario 3. Excentricidades y bizarradas culturales y antropológicas. 59335t

7/5/2025 · 20:15
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La mente y sus cicatrices

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En este breve episodio en solitario, expongo una decena de rituales y comportamientos de diferentes culturas, en diferentes momentos históricos. Como un aperitivo hasta el episodio del sábado, con este episodio disfrutaréis de un poco de antropología y psicología social para cambiar un poco de aires respecto a tanta psicología clínica y psicopatología. ¡Muchas gracias por escuchar! Música: Intro por Carlos Vargas Cruz. En exclusiva para el programa. (gracias) Final por el grupo español Toundra, la canción se llama "Titelsequenz" ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1787046 6l625j

Lee el podcast de En solitario 3. Excentricidades y bizarradas culturales y antropológicas.

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Bienvenidos a la mente y sus cicatrices. Soy Pablo de Lorenzo, psicólogo experto en trauma y acoso y hoy tenemos un episodio en solitario, sencillo, como los del rincón del colaborador y hoy vamos a hablar de algunas curiosidades culturales, excentricidades y cositas que pasan, bueno, de vez en cuando, en algunas culturas. Esto no aplica a todas las culturas ni en todos los tiempos. Aplica a algunas culturas en algunos momentos muy concretos, en los que aparecen creencias, conductas y hechos bastante surrealistas y hoy me apetece un poquito hablar de ellos, verlos desde una perspectiva de psicología social, no tanto de psicología clínica como estamos acostumbrados.

Y bueno, recordad que hace poco publiqué un pequeño libro barra ensayo que lo podéis encontrar en Amazon en forma de libro Kindle y en forma de libro con tapa blanda que se llama el trauma como mentira aprendida y vamos a ver un poquito estas excentricidades culturales, a ver qué nos encontramos. En primer lugar vamos a ver un poco como decían que la tecnología cuando ya es muy avanzada parece indistinguible de la magia y por ello nos encontramos en primer lugar los cultos de carga, los rituales que son una traducción literal del milagro tecnológico que ha vivido el ser humano desde prácticamente el siglo 19.

Durante y tras la segunda guerra mundial las tropas aliadas establecieron bases militares en islas remotas del pacífico como Vanuatu o Papua Nueva Guinea. Para las comunidades locales la repentina llegada de aviones cargados de comida, ropa, herramientas y medicinas supuso una irrupción total de lo inexplicable. Lo percibían como una intervención casi divina, por no decir divina directamente, pero cuando la guerra terminó los militares se marcharon y los suministros cesaron.

Entonces comenzaron a surgir movimientos religiosos en los que los isleños reproducían lo que habían visto. Construyeron pistas de aterrizaje de paja, se vestían como soldados, hacían señales con banderas y hasta hablaban una jerga militar inventada, convencidos de que repitiendo los gestos los dioses volverían a enviar el cargo. El más famoso fue el culto a John Froome. Esta fue una figura mesiánica que prometía el regreso del bienestar. Aquí no se trataba de ignorancia sino de una lógica simbólica distinta.

Los gestos tenían poder performativo. Desde la psicología social esto muestra cómo los humanos tenemos la tendencia a crear sentido frente al absurdo y cómo las creencias se estabilizan mediante rituales que imitan lo visible cuando no se comprende lo invisible. En segundo lugar vamos a ver lo que es el síndrome de parís cuando un choque cultural se vuelve una psicopatología patente. Esto ocurre cuando muchos turistas japoneses que visitan París, especialmente mujeres jóvenes, han sido hospitalizados por crisis de ansiedad, despersonalización, delirios persecutorios o incluso alucinaciones.

No es que París sea especialmente hostil, sino es que el contraste entre la imagen idealizada, la ciudad del amor, la elegancia, el refinamiento y la realidad urbana, que a veces es sucia, ruidosa, con relaciones bastante frías, provoca una ruptura emocional. Esta condición que ha sido tan frecuente que la embajada japonesa en Francia tuvo que abrir una línea de existencia psicológica. Aquí entendemos un poco que los japoneses están lejos de París, bastante lejos, pero la idealización que tienen es un poco

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