¿En qué momento nos hicimos mayores? z115g

Hola a todo el mundo, bienvenidos y bienvenidas un domingo más a mi podcast
como si nadie escuchara. Yo soy Cris Blanco y en este espacio hablamos de
cosas reales de la vida como si nadie escuchara. Este fin de semana es mi
cumpleaños, 1 de febrero, acuario, efectivamente cumplo 27 años y estoy un
poquito traumatizada, no os voy a mentir. Sé que habrá gente mayor que me esté
viendo y pensará hija mía pero si estás en la flor de la vida 27 años no
es nada, tienes toda la vida por delante. Vale yo lo entiendo porque tú lo estás
viendo desde tu perspectiva, pero desde mi perspectiva cumplir ahora 27 años me
resulta traumático, no entiendo cómo es posible que el tiempo pase tan rápido, no
entiendo que esté a tres años de cumplir los 30 y sobre todo no entiendo
que no soy para nada la versión de mí que yo pensaba que iba a ser a los 30
cuando era pequeña. ¿Me explico? Yo os juro que pensaba que con 25 ya iba a estar
casada con hijos, con mi propia casa, un trabajo estable. O sea, 25 ya me parecía
mega mayor, 30 ni te cuento. Y yo me sigo sintiendo una niña, yo me sigo sintiendo
una niña y sé que eso es algo que se dice muchísimo y tal, pero de verdad que
siento que yo no sé si ha sido la pandemia o lo que sea, pero como que las
nuevas generaciones no nos sentimos nada identificados con nuestras edades. A mi
hermana, por ejemplo, que tiene 31, hace 32 este año, yo lo he hablado muchísimas
veces con ella, que ella tampoco siente que tenga 32 años en absoluto. O sea, que
se siente súper lejana a esa edad y a mí me está pasando lo mismo. Entonces me
gustaría hacer un poco este episodio como una charla entre amigas, como
siempre, hablando de en qué momento nos hemos hecho mayores, cómo es posible que
el tiempo pase tan rápido, las cosas que he aprendido en estos 27 años, cómo me
siento al cumplir esa edad, qué aprendizajes me llevo, cómo pensaba que
iba a ser con 27 años y cómo estoy siendo realmente. Y un poco también
pues sacarle el lado positivo a esto. No vamos a hacer de este episodio algo
triste y amargado porque sabéis que esa no es mi perspectiva de la vida o al
menos intento que no sea así. Y es que una cosa que a mí me da mucho miedo y que me
pone muy triste de hacerme mayor es que siento que la vida nos va endureciendo.
Sabéis, nos va quitando poco a poco esa alegría, esa creatividad, esa inocencia,
esa sensibilidad, esa libertad que teníamos cuando éramos pequeños de
hacer lo que queríamos hacer, de ser quienes queríamos ser, de soñar, de tener
un buen corazón, de tener buenas intenciones. Siento que la vida nos va
endureciendo y nos va corrompiendo por las cosas que nos pasan. Es inevitable y a
medida que van pasando los años poco a poco tú misma te das cuenta de
que ya no soy tan alegre como antes. Ojo, ya no me atrevo a hacer las cosas que
hacía antes. Ojo, ya no sueño. Como que estamos muy desconectados de nuestro
niño interior. Y yo ahora estoy haciendo unas clases de teatro en el curso, en el
máster que estoy haciendo de presentación en televisión y hacemos
clases de eso, de conectar, hacemos meditaciones de conectar con
nuestro niño interior. Y es súper bonito porque básicamente te lleva a ese
momento en el que tú tenías seis, siete, ocho años y te hacen encontrarte a tu yo
de ahora con tu yo de cuando eras pequeña. Y a mí esta meditación que
hicimos ayer me vino al pelo para el episodio de hoy. Porque realmente yo
vi a mi yo de cuando era chiquitita, con su carita, con sus ojitos, con su pelo y
pude hablar con ella en un sentido obviamente metafórico de la vida, de los
sueños, de qué esperas de mí, cómo te sientes, qué sueños tienes, cómo te ves
dentro de 20 años. Es que es muy fuerte dentro de 20 años, Dios mío. Y fue como
muy emocionante, ¿no? Y tengo que decir que yo conecto mucho con mi niña interior. Es
algo que tengo muy trabajado y yo me considero una persona muy
creativa y muy sensible, entonces sí que me siento más conectada a esa niña
interior. Pero hay gente que no. Ayer cuando hicimos la meditación había gente
en clase que decía, ostras, nunca había hecho algo así, nunca lo había pensado de
esa manera, nunca me había reencontrado con mi niña interior, ¿no? Y es que
es importante porque a medida que nos vamos haciendo mayores, esa niña interior
se va perdiendo, se va quedando en el olvido y esa niña interior nos trae
mucha felicidad, mucho sueño, mucha imaginación y es necesaria también. O sea,
hacerse mayor y madurar no significa tener que convertirse en una persona
amargada, seria, fría, por muy difíciles que sean las circunstancias de la vida,
¿sabes? No significa dejar atrás a tu niño interior, para nada. De hecho tú
puedes ser una persona súper alegre, súper creativa, que tengas a tu niña
interior súper presente y al mismo tiempo ser profundamente profesional y
madura. La gente lo confunde, o sea, la gente confunde ser alegre, ser divertida,
ser dicharachera, con ser inmadura, con no saber de la vida, con ser tonta. No tiene
nada que ver. De hecho yo conozco personas que tienen una fachada como
mucho más seria.