Edgar Allan Poe, una vida llena de tinieblas [Capítulo 11] 5q3e2u

Biografías y sus pasajes con luis martínez vallés estamos a principios de mil ochocientos cuarenta y siete un momento realmente duro porque estaba ya realmente claro que virginia poe estaba ante los últimos estertores de vida incluso virginia le dijo a una visita sé que moriré pronto sé que no puedo mejorar pero quiero ser todo lo feliz que pueda y hacer feliz a edgar ya la fiebre y los sudores eran realmente horribles le costaba muchísimo respirar y el pecho le dolía de unas formas impresionantes la pobre de ella no dejaba de toser con cada tos se llenaba de dolor y por supuesto no paraba de escupir sangre eran los síntomas que edgar alan poe le recordaban perfectamente a la otra mujer que tanto había querido a su madre qué casualidades tiene el destino como a veces guarda guarda alguna de sus sorpresas que nos puedan hacer algo de daño porque virginia poe murió el mismo día que eliza poe para para el propio edgar alan poe esto no era una simple coincidencia para él es un cúmulo de mala suerte una cruel burla del destino hubo un conocido que al visitarlos en aquella época dijo esto del del escritor me lo he encontrado presa de un gran estupor como si no vivieran y sufriera sino que solamente existiera maria clemm también recordó cómo estuvo por aquellos días estuvo consagrado a su esposa hasta la última hora de su vida como pueden testificar mis amigos pero también aquellos que son testigos de aquellos días aseguran que la propia maría clemm era alguien espantoso de ver varios amigos y parientes se congregaron en la pequeña granja de orán ahí estaba medio de aquella antigua conocida de poe ahora era señora jennings cuando encontró a la moribunda sentada en el salón le dijo te sientes mejor hoy y me senté junto al gran sillón en que estaba acomodada el señor pues se hallaba sentado al otro lado yo tenía la mano de la enferma entre la mía ella la tomó y la junto con la del señor voy diciendo mari sea amiga de heidi y no lo abandones sí aquella noche poe escribió una carta a la señora chiu que había sido una benefactora en ella le contaba como mi pobre virginia aún vive aún consumiéndose ahora deprisa entre grandes dolores pues si no vuelve a verla nunca más me pide decirle que le manda un beso más dulce de amor y que morirá ven diciéndola y no no perder la calma el treinta de enero de mil ochocientos cuarenta y siete mery de vero volvió a fueran acompañada de la señora sigo gine aún vivía y entregó a esta un retrato de poe a la vez que un joyero que había pertenecido a rosa y la hermana de éste no tardó mucho virginia en expirar al darse cuenta de que no había ningún retrato de esta de virginia una de las damas realizó rápidamente uno a la acuarela y aún se conserva ese retrato la señora siu fue muy amable comprando una mortaja de lino y el día del funeral se colocó el ataúd sobre la mesa del despacho de poe esa mesa en la que la propia virginia se había sentado tantas veces estaba vestido con su abrigo el que conservaba desde aquellos días de la academia militar west point siguió el féretro hasta la tumba acompañado por unos pocos amigos y casi sin pronunciar ni una sola palabra