La divina misericordia - ¿Es el último recurso para la humanidad (ep173 - parte 1 - a5) 21-5-25 1u5o12

Bueno, qué alegría, qué alegría, qué alegría. Otro miércoles, no otro martes. Otro miércoles, me tengo que acostumbrar, me voy. Cuando voy a decir otro más, me doy cuenta que no, que es miércoles.

Otro más.

Otro más, otro miércoles en vivo. Hoy tenemos que hablar de un tema brillante, hermoso, apasionante. La misericordia divina o la divina misericordia, le preguntaba hoy al señor ¿de qué querés que hablemos, señor? ¿de qué querés que hablemos? Y surgió este tema, apasionante. Súper, súper, ¿cómo decirlo? Bueno, va a ser un tema que sé que va a dar que hablar, porque poco se conoce. Ahí está el azar, qué alegría. Poco se conoce de este tema, que está, bueno, muy metido en la vida de muchas personas, pero quiero que nos lo conozcamos en profundidad.

Porque una idea mía, no, evidentemente es un querer de Dios, repito en oración, le pedíamos al señor ¿sobre qué querés que hablemos? Y surge esto de la divina misericordia. Y antes de empezar el programa, escuchen esto, antes de empezar el programa, me llega un mensaje de una persona a la que no le había ni contado ni compartido nada, con una hojita y unas anotaciones que había hecho sobre la divina misericordia.

Y me lo manda como un regalo, un presente me pone, y yo le comparto la plaquita del programa de hoy, le digo justo el tema que vamos a abordar en unos minutos. Digo, estamos en un mismo espíritu, así que esta persona me daba gloria a Dios, y yo también, y Franz también da gloria a Dios. Hermano, ¿cómo estás? ¿Cómo estás? Aquí, gracias, muy bien, saludando a nuestro hermano Eliazar, feliz martes mi hermanito Eliazar, y a todos los que se van uniendo y nos van acompañando acá.

Este, es un gusto, en realidad, es parte de la misericordia de Dios que estemos hoy aquí, un día más, una semana más, un miércoles más, así que, ¿qué te puedo decir? Un poquito de calor, un poco de invierno, un poco de verano, eso es el clima del trópico, el clima de mi país, y bueno, contentos hoy, porque hoy vamos, estamos a las dieciocho, a las cinco horas, espero estar frente al Santísimo, y eso a mí me da mucha alegría.

Bueno, a todos los hermanos que se van conectando, contarles que están, estamos nosotros, saliendo en simultáneo, en Facebook, en YouTube, en Twitter, y en Instagram, en todas esas plataformas, en distintas cuentas, estamos saliendo en vivo, así que saludamos a todos los hermanos que están ahí, e inclusive a mi hermano Walter, que me equivoqué, le mandé la invitación, y bueno, a todos los que están ahí del otro lado, gracias por estar. Bueno, vamos a iniciar, pero, Franz. Inicia con la oración, mi hermanito, que esta vez. Me toca a mí. Exacto. Me toca a mí. Bueno, nos ponemos en la presencia del Señor, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Adiós Padre, a nuestro Padre, en el nombre poderoso de Jesús, y por medio de Él, y en Él, recurrimos a Dios Padre, con el interés, con el corazón, buscando que Él nos envíe su presencia, el Espíritu Santo de Dios. Amor del Padre y del Hijo, y que Él venga a nosotros, en este momento. Me imaginaba, mientras estaba pidiendo esto, que el Espíritu Santo venía sobre cada uno de nosotros, ingresaba a nuestros hogares, a nuestro corazón. ¿Cuánta necesidad tiene el mundo de esta presencia de Dios en el corazón? ¿Cuánta necesidad tiene el mundo de abrirse al Espíritu Santo de Dios, de abrirse a Dios, de abrirse a Él? ¿Cuánta necesidad? El Espíritu Santo de Dios irrumpe con poder, tú que eres dulce huésped.