Dios no viene a molestar 1g3py

Leyendo estos días a un obispo estadounidense, que es muy bueno, él dice que actualmente, en el mundo, cuando se piensa en Dios, pues un poco, más o menos, la media de la gente en Occidente, pues piensa, ¿qué quieres? ¿a qué vienes a molestarme? Porque Dios parece como un ser más que viene a molestarnos.

¿Qué quieres de mí? ¿Qué es lo que me exiges? ¿Qué es lo que me pides? Hemos heredado esa imagen de la historia y la tenemos en el fondo metida.

Por eso muchas veces somos ateos en el sentido de que vivimos como si Dios no existiera, lo tenemos un poco aparte, lo tenemos un poco ahí, pues tampoco le damos mucha importancia y muchas veces como que nos molesta.

Y que el pensar que la ciencia ha dejado atrás a Dios, cosa que no es cierta, o el pensar que ya no hay razones para creer, o a veces el ver la Iglesia, que tan salpicada ha estado por el pecado, como una entidad pecadora y débil, pues hace como que Dios, tú ahí y yo aquí, tú ahí y yo aquí.

¿Qué vienes a pedirme? ¿Qué vienes a molestarme? ¿Qué vienes a complicarme la vida? Y esa imagen, en el fondo, yo veo que está.

Yo cuando pienso en mi época, cuando no era creyente, en el fondo, esa es la imagen que yo tenía de Dios.

Como alguien que está ahí un poco de fondo y que mejor no le mires mucho porque parece que viene como a exigirte, a pedirte, a complicarte la vida y hay otras cosas de las que ocuparse, que son mucho más entretenidas y mucho más divertidas que Dios.

Hasta que luego descubres quién es Dios.

Porque en el fondo, muchas veces, nuestro problema es que no hemos conocido a Dios.

Hemos oído cosas de Él, como a lo mejor de un personaje famoso o de un tercero.

Hemos oído cosas de Él, hemos oído cosas.

Pero oír cosas de alguien no quiere decir conocer a la persona.

Seguro que algunos habéis hecho la experiencia de que teníais algún prejuicio sobre alguna persona, luego la habéis conocido... ¡Anda! Pues no es como yo pensaba. ¡Anda! Pues no es como yo pensaba.

El otro día le pasó a Javi con un amigo mío, que estaban ahí haciendo un vídeo en Instagram, y me decía, pues, fíjate, me ha sorprendido porque no esperaba que fuese así.

Habéis hecho otra idea de Él por las redes sociales. Pues con Dios pasa lo mismo.

Si haces una idea de Él, cuando luego le conoces te das cuenta de que no, no, es que Él no es así.

Dios no es un ser más que está ahí como intentando meterse en tu vida para fastidiártela o complicarte.

Sino que Dios es aquel que te quiere con un amor con el que nadie te ha querido nunca jamás.

Que gracias a Él existimos nosotros y que porque Él ha querido podemos disfrutar de la vida, podemos pasárnoslo bien, podemos reírnos, podemos divertirnos, podemos hacer un montón de cosas maravillosas que si Dios no existiera no podríamos hacer por el mero hecho de que no existiríamos.

Que Dios no es un aguafiestas, sino que Dios es el que ha creado la fiesta, es el que ha montado la fiesta y nos invita a cada uno de nosotros a esa fiesta.

Nos invita con amor.

Fijaos lo que hemos leído, lo que ha leído Pablo en la primera lectura de su tocayo también, San Pablo.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Quién nos puede apartar del amor de Dios? Qué diferente esa concepción a la que tenemos ahora.

Ese Dios es un Dios que es tan amoroso, tan maravilloso, tan cariñoso, que ni la muerte puede apartarnos de Él.

Qué cosa tan maravillosa el saber como cristianos que cuando llega la muerte, aunque es duro, aunque duele, aunque cuesta, aunque hay sufrimiento, aunque echamos de menos, aunque hay dolor, sin embargo, esa muerte no tiene la última palabra.

Porque ni siquiera la muerte nos puede separar del amor de Dios.

Dios nos quiere tanto que su amor traspasa la muerte.

Traspasa la muerte.

No solo lo viene a quitarnos vida, sino que viene a darnos vida.

Una vida que incluso va más allá de la muerte.

Nada nos puede separar del amor de Dios.

¿Y eso por qué? Porque Dios ha muerto por nosotros.

Fijaos, nos preguntamos qué viene Dios a quitarnos y no nos damos cuenta qué es lo que Dios ha dado por nosotros.

Dios ha dado la vida por nosotros.

Ha dado todo su ser y ha dejado que su corazón sea abierto por una lanza para que podamos ver lo preciosos y lo importantes que somos para Él.

En un momento en el que estamos viviendo con un individualismo tan fuerte, que la gente está cada uno a lo suyo, qué impresionante es el darnos cuenta de que no estamos solos.

De que Dios nos quiere.