Despatologización de la Educación Superior. Carlos Pérez Soto 3m2f3v

Permítanme un momento de nostalgia.

Hace 50 años esto era mucho más grande.

Creo que era el doble la sala.

Tenía el tamaño de la esperanza.

Ahora tiene el tamaño de la realidad.

En primer lugar, quiero agradecer a Valentina por la confianza que ella tiene en que puedo decir cosas con sentido en temas difíciles.

Agradecer a nuestra señora rectora que es culpable de este acercamiento a mi alma amateur.

Yo estudié aquí en el Pedagógico.

Soy profesor de Física.

Soy profesor de Física, no soy físico.

Yo agradezco la intención.

Profesor de Estado en Física.

Quiero aclarar que yo fui nombrado por su excelencia el Presidente de la República en el Consejo Directivo de la Universidad, pero que en realidad trato de pensar que yo represento a la universidad en la presidencia y no a la presidencia en la universidad.

Y no a la presidencia.

Quiero agradecer también particularmente a Margarita Borques y a Manuel Cuevas, psicólogos de la Dirección de Asuntos Estudiantiles, con los que tuvimos una conversación muy útil para estas cosas que tengo que decir.

Por último, en esta primera parte quiero pedirles, rogarles que disculpen porque voy a decir cosas que todos sabemos.

Que todos sabemos.

Y tengo la esperanza de que al decirlas todas juntas podamos después conversarlas, ojalá aquí mismo un poco, pero después en los talleres que se han organizado.

¿Qué cosas sé sobre la crisis subjetiva que vivimos en este país? ¿Sobre la tendencia a la subjetivación de esa crisis subjetiva? ¿Sobre los efectos sistémicos que eso produce? ¿Sobre nuestros estudiantes? ¿Qué hacer? Esos son los objetivos de lo que voy a decir porque tengo manía pedagógica, afortunadamente.

Hace 50 años que hago clase.

Hice clase durante 30 años en escuelas de psicología.

Enseñando cursos de psicología.

Y he visto, como todos nosotros, la destrucción de los tejidos sociales subjetivos bajo el imperio del neoliberalismo.

Tengo un hijo en tercer año de psicología.

Hago clase en segundo año en el bachillerato en la Chile.

Eso es lo que sé.

Como todos nosotros.

Todos lo sabemos.

Todos tenemos esa experiencia.

Somos expertos y vanguardias en este país, en el neoliberalismo, en difundir las malas noticias a todo el mundo.

Las cosas ocurren aquí primero y después se generalizan.

Somos el conejillo de India y la víctima de vanguardia, por decirlo así.

En la precariedad laboral, en la crisis de la institución familiar, en el exitismo de las capas medias y la desesperanza paralela e ignorada de los pobres, participamos en una cultura de apariencia, de logro.

Somos nosotros mismos integrantes de una cultura en la que impera un individualismo extremo.

Todos conocemos el ahogo de los jóvenes en y por el neoliberalismo.