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Relator Noctámbulo
El corazón delator, Edgar Allan Poe

El corazón delator, Edgar Allan Poe 1g112s

5/12/2024 · 17:38
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Relator Noctámbulo

Descripción de El corazón delator, Edgar Allan Poe 4q1f12

¿Hasta donde es capaz la culpa de corroer la mente de un hombre? En este relato del maestro Edgar Allan Poe seremos testigos de como un crimen a priori perfecto se tuerce cuando el incesante latido del corazón del viejo taladra la mente del asesino La personificación de la culpa convertida en un murmullo constante y molesto Si queréis que narre mas historias ponérmelas en los comentarios o mande un correo electrónico Que tengan una buena noche y unas pesadillas aterradoras Desde Relator Noctámbulo ✉️ [email protected] 1d1kh

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El corazón delator un cuento de edgar alan poe es verdad soy muy nervioso horrorosamente nervioso siempre lo fui pero por qué pretendéis que este loco la enfermedad ha agudizado mis sentidos sin destruirlos ni votarlos tenía el oído muy fino ninguno le igualaba he escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra y no pocas del infierno cómo ha de estar loco atención ahora veréis con qué sano juicio y con qué calma pudo referir es toda la historia me es imposible decir cómo se me ocurrió primeramente la idea pero una vez concebida no pude desecharla ni de noche ni de día no me proponía objeto alguno ni me dejaba llevar de una pasión amaba al buen anciano pues jamás me había hecho daño alguno ni menos insultado no envidiaba su oro pero tenía el siervo desagradable era uno de sus ojos sí eso es se asemejaba al de un buitre y tenía el color azul pálido cada vez que estoy ojo fijaba en mí su mirada similar a la sangre en las venas y lentamente por grados comenzó a germinar en mi cerebro la idea de arrancar la vida el viejo a fin de librarme para siempre de aquel ojo que me molestaba he aquí el quid me creéis loco pero advertid que los locos no razonan si hubierais visto con qué buen juicio procedí con qué tacto y previsión y con qué disimulo puse manos a la obra nunca había sido tan amable con el viejo como durante la semana que precedió al asesinato todas las noches a eso de las doce levantaba el picaporte de la puerta y le habría pero que suavemente y cuando quedaba bastante espacio para pasar la cabeza introducir una linterna sorda bien cerrada para que no ninguna luz y alargaba el cuello o os hubierais reído al ver con qué cuidado procedía movía lentamente la cabeza muy poco a poco para no perturbar el sueño del viejo y necesitaba al menos una hora para adelantarla al suficiente a fin de ver al hombre echado en su cama a un loco no habría sido tan prudente y cuando mi cabeza estaba dentro de la habitación levantaba una linterna con sumo cuidado con qué cuidado con qué cuidado porque la charnela rechinaba no la habría más de lo suficiente para que un imperceptible rayo de luz ilumines el ojo de buitre hice esto durante siete largas noches hasta las doce pero siempre encontré el ojo cerrado y por consiguiente me fue imposible consumar mi obra porque no era el viejo lo que me incomodaba sino su maldito ojo todos los días al amanecer entraba atrevidamente en su cuarto y labrada con la mayor serenidad llamándole por su nombre con tono cariñoso y preguntándole cómo había pasado la noche veis por lo dicho que debería ser un viejo muy perspicaz para sospechar que todas las noches hasta las doce le examinó durante su sueño llegada la octava noche procedí con más precaución aún para abrir la puerta la aguja de un reloj se hubiera movido más rápidamente que mi mano mis facultades y mi sagacidad estaban más desarrolladas que nunca de apenas podía reprimir la emoción de mi triunfo pensar que estaba allí abriendo la puerta poco a poco y que él no podía ni siquiera soñara y mis actos esta idea me hizo reír y tal vez el durmiente escucho mi ligera carcajada pues se movió de pronto en su lecho como si despertase tal vez creeréis que me retire nada de eso su habitación estaba negra como un pez tan espesa eran las tinieblas pues mi hombre había cerrado herméticamente los postigos por temor a los ladrones y sabiendo que no podía ver la puerta entornada seguí empujándola más siempre más había pasado ya la cabeza y estaba a punto de abrir la linterna cuando mi pulgar se deslizó sobre el muelle con que se cerró el viejo se incorporó en su lecho exclamando quién anda ahí permanece inmóvil sin contestar durante una hora me mantuve como petrificado en todo este tiempo no le vi echarse de nuevo seguía sentado y escuchando como yo lo había hecho noches enteras pero he aquí que de repente una especie de queja débil y reconozco que era debida a un terror mortal no era de dolor y de pena o no era el ruido sordo y ahogado que se eleva del fondo de un alma poseída por el espanto yo conocía bien este rumor pues muchas noches a las doce cuando todos dormían lo producirse mi pecho aumentando con su eco terrible el terror que me embargaba por ello comprendía bien lo que el viejo experimentaba y le compadecía aunque la risa entre viese mis labios

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