EL Conde de Montecristo -Capitulo 24 Tomo 5- Audiolibro (Alejandro Dumas) 41351a

Capítulo veinticuatro lo costa valentina se quedó sola otros dos relojes más atrasados que el de san felipe de raúl dieron aún las doce repetidos intervalos y aparte del lejano ruido de uno que otro carruaje todo quedó nuevos sumido en el silencio toda la atención de valentina se fijó en el reloj de su cuarto cuya aguja marca vas a los segundos empezó a contar los y no toque eran dobles doblemente más elementos que los latidos de su corazón y con todo dudaba aún la inocentes no podía figurar se que nadie desea era su muerte porque con qué fin que vía había hecho que pudieran suscitarse un enemigo no había tema desde que se durmiera una sola idea una idea terrible la tenía despierta existió una persona en el mundo que había intentado asesinarla y lo intentaría aún si esta vez aquella persona cansadas de verla ineficaces del veneno recurría como lo había insinuado montecristo al hierro si habría llegado su último momento sino debía haber massa borrell ante aquella idea que la cubría la vez de una es limitada y de un sudor helado le falta poco para coger el cordón de la campanilla y pedir socorro pero le pareció que por entre las cerraduras de la biblioteca vi el ojo del conde que la por su porvenir y que cuando pensaba en ello le causa fatal vergüenza que se preguntaba si mismas y su gratitud llegaría borrar el penoso efecto que produce la indiscretas amistad del conde veinte minutos eternidad es pasaron de este modo y otros diez en seguida finalmente reloj dio las doce y media en aquel momento un ruido imperceptibles de una uña que rascaba las puertas de la biblioteca les dio a entender que el conde velaba y de recomendar a que ella también en efecto por la parte opuesta es decidiera hacia el cuarto de eduardo le pareció que oía pisadas prestó oído atentos pretendiendo su respiración se levantó el vestíbulo y se abrió la puerta valentina que se había incorporado sobre el corazón estuvo tiempo para volverse a costar y ocultar sus brazos temblando agitada y con el corazón oprimido espero se acercó una persona a la cama y entre abrió las cortinas valentina hizo un esfuerzo y dejó ir el murmullo con pasados de la respiración que anuncia un sueño tranquilo valentina dijo muy bajo una voz la joven tembló el fondo de su corazón pero no respondió valentina repitió la misma voz el mismo silencio valentín había prometido despertarse todo volví a quedar inmóvil solamente valentino yo del ruido casi imperceptible de un licor que caía en el vaso que acababan demasiada se atrevía entonces entre abrir sus párpados poniendo sobre ello su brazo día una mujer con un peinado blanco que vaciaba en su vaso un licor preparado de antemano que tenían un frasco durante aquel breve instante valentina detuvo su respiración hizo algún pequeño movimiento porque la mujer se detuvo y inquieta y se puso de bruce sobre su lecho para ver si dormía era la esposa del procurador del rey valentina a reconocer a su madrastra templos de tal modo que debía comunicar algún movimiento a su cama las señoras débiles ford desapareció en seguida lo largo de la pared y allí escondida en la colegas duras de la cama moda y atenta despiadada el menor movimientos de valentina se acordó de las terribles palabras de montecristo le pareció que una mano tenía el frasco y en la otra un largo y afilado cursillo haciendo en todos es un extraordinario esfuerzo valentina procuro cerrar los ojos pero aquella operación tan sencillas del más temerosos de nuestros sentidos aquello operación tan común eran aquel momento imposible cuáles eran los esfuerzos de la vida curiosidad para rechazar aquellos párpados y observar lo que ocurría en realidad sin embargo asegurado por el ruido con pasados de la respiración de valentina de que está dormida las señoras de vila fort extendió del nuevo el brazo y medio oculta por las cortinas acabo de pasear al contenido del frasco en el vaso de la enferma se retiró enseguida sin que el menor ruido advirtiera estas de que