EL COMENTARIO El miedo como sistema de manipulación, supervivencia y el control de las masas. 5t2l6o

Bienvenidos a El Comentario, un programa realizado por Agustín Sancho Cubero.

Este programa está disponible en formato vídeo en las plataformas de vídeo YouTube, Dailymotion, Ramble y Odyssey.

En las redes sociales TikTok, Facebook, X, Telegram y Weka.

Y para los amantes del audio, estamos en formato podcast en iBooks, Spotify, Apple Podcasts, Overcast, Amazon Music y Speaker.

No te olvides de suscríbete a cualquiera de estas plataformas, es gratis.

Hoy en El Comentario.

El miedo como sistema de manipulación, supervivencia y el control de las masas.

El miedo ha sido, a lo largo de la historia, una de las herramientas más eficaces para el control de las masas.

Su capacidad para alterar el juicio, nublar la lógica y activar los impulsos más primitivos del ser humano, lo convierte en un instrumento privilegiado para aquellos que buscan poder, obediencia y alineamiento ideológico.

En el escenario contemporáneo, marcado por la incertidumbre, la crisis ambiental, la amenaza bélica y la desconfianza institucional, el miedo ha adquirido un protagonismo renovado.

No sólo se propaga a través de los medios tradicionales, sino que encuentra un caldo de cultivo perfecto en las redes sociales, donde la viralidad de la alarma supera con creces la difusión de la razón.

En este contexto, la reciente recomendación de la Unión Europea para que los ciudadanos se preparen ante posibles catástrofes, ha desatado una oleada de reacciones.

Se trata del llamado kit de supervivencia, una lista orientativa de objetos que cada hogar debería tener a mano para enfrentar situaciones de emergencia, como apagones prolongados, ciberataques, desastres naturales, o incluso conflictos armados.

Lejos de tranquilizar a la población, esta iniciativa ha intensificado el clima de sospecha y angustia.

Muchos interpretan esta medida no como una estrategia de prevención racional, sino como una señal alarmante de que algo inminente está por suceder.

El resultado, una respuesta emocional masiva en la que el miedo vuelve a ocupar el centro del escenario.

Esta clase de reacciones no son casuales, sino producto de un proceso que ha sido sistemáticamente alimentado por discursos oficiales y mediáticos que oscilan entre la amenaza constante y la promesa de protección.

Una dualidad clásica en la lógica del poder, se infunde miedo para luego ofrecer seguridad, condicionando así la voluntad colectiva.

La población, llevada al límite de la ansiedad, acepta restricciones, medidas excepcionales, controles y narrativas impuestas que en otras circunstancias serían impensables.

Este clima de tensión sostenida ha dado impulso a un fenómeno social que crece de forma silenciosa pero constante, el de los preparacionistas.

Son individuos o comunidades enteras que dedican gran parte de su tiempo, dinero y energía a prepararse para el colapso de la civilización tal y como la conocemos.

Se les suele asociar con escenarios postapocalípticos, pero su perfil ha evolucionado.

Ya no se trata solamente de personas aisladas en cabañas remotas, sino también de ciudadanos urbanos, profesionales, familias comunes que almacenan alimentos, aprenden técnicas de supervivencia y se entrenan para vivir desconectados del sistema si fuese necesario.

Los preparacionistas, o prepers como también se les conoce, no son un grupo homogéneo.

Algunos actúan guiados por una desconfianza profunda hacia los gobiernos y las instituciones, otros lo hacen como respuesta a una percepción de colapso económico inminente.

Algunos más creen que las amenazas son de origen climático, y otros se centran en la posibilidad de guerras o pandemias descontroladas.

Sin embargo, todos coinciden en un principio.

El sistema actual es frágil y vulnerable, y confiar ciegamente en su capacidad de respuesta es un error.

El auge de los preparacionistas refleja una crisis de fe en la estructura social, pero también una nueva forma de resistencia.

No se trata únicamente de acumular víveres o construir refugios, sino de recuperar habilidades olvidadas, descentralizar la dependencia energética y alimentaria y construir redes paralelas de apoyo.

Para algunos, esto es paranoia.

Para otros, es simplemente sensatez frente a un futuro cada vez más incierto.

Pero lo que resulta innegable es que el preparacionismo también es un síntoma.

Un síntoma de una sociedad que ha sido condicionada por el miedo durante tanto tiempo.