
Descripción de Chapter 22 2d3a1e
Filosofía para vivir mejor - Chapter 22 5k3mj
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¿Qué piensa Aristóteles sobre la generosidad? Nos dice Aristóteles, «Pero todas las acciones que la virtud inspira son bellas, y todas ellas están hechas en vista del bien y de la belleza. Así el hombre liberal y generoso dará porque es bello dar y dará convenientemente, es decir, a los que debe dar lo que debe dar cuando debe dar y con todas las demás condiciones que constituyen una donación bien hecha.
Añádase a esto que hará sus donativos con gusto o, por lo menos, sin sentirlo, porque todo acto que es conforme con la virtud es agradable o, por lo menos, está exento de dolor, y no puede ser nunca verdaderamente penoso.» Comprensión La liberalidad es una virtud entre la prodigalidad y la avaricia. El pródigo derrocha su fortuna, y el avaro no da nada y se excede en tomar. Nos dice este pensador que la virtud hace bellas obras, y que dar es hermoso. Pero hay que saber dar y también recibir, y es la prudencia la que nos aconseja a quién, cuándo, cómo y qué dar o recibir. No siempre ni a cualquiera hay que dar.
El ser humano generoso da sin sacrificio, con gusto, y no lo hace movido por una presión o por un interés oculto, sino porque realmente así lo desea. Hay personas que parecen generosas, pero no lo son verdaderamente. Alguien puede dar algo a otro para dominarlo, pues el que recibe queda en deuda.
El que da debe poseer eso que da, para lo cual habrá tenido primero que trabajar y atesorar.
No es generoso el que da lo que no le pertenece. El ser humano generoso ha debido primero preocuparse de sí mismo, haciendo gala del amor propio. Si no tienes nada, nada podrás dar.
El generoso se queda con la menor parte, pues prefiere dar lo mejor a los demás. Aprecia las riquezas, pero en su justa medida. No sufrirá en exceso si se ve obligado a perder una parte.
La mayoría de los humanos se aferran a las riquezas con enorme apego, y es mucho más frecuente la avaricia y la prodigalidad. Aprender a desprendernos de los bienes materiales que finalmente perderemos de modo inevitable es muestra de sabiduría. Muchas personas viven para poseer cosas y terminan poseídos por las mismas.
Como todas las virtudes, la liberalidad y la generosidad también se aprenden, y llegan a ser un hábito a fuerza de practicarlas. La oportunidad es algo que preocupa mucho a este pensador, y consiste en atender siempre la situación concreta y deliberar en relación a ella. Las generalizaciones excesivas son poco aptas para las acciones morales. La prudencia es la que tiene que decidir en cada caso.
Estamos por un breve tiempo sobre la tierra, y no nos podremos llevar nada al sepulcro, por lo que la avaricia es un gran error. Por el contrario, saber dar es uno de los aprendizajes más bellos, aunque más difíciles. Deberíamos aprender a desprendernos de todo lo superfluo, a vivir con sencillez y a compartir lo que tenemos. De tanto poseer cosas, estas terminan por atraparnos, por lo que dar es una liberación. Nada más absurdo que acumular bienes que no podremos disfrutar. El mejor modo de gozar los bienes es compartiéndolos.
Los maestros de vida no dejan de repetir que quien da, gana. Pensando y haciendo.
1. ¿Cómo saber a quién, cuándo, cómo y qué hay que dar? 2. ¿Qué prácticas de generosidad convendría tener para adquirir la virtud? 3. ¿Cómo debe ser nuestra relación con las cosas para no ser poseídos por ellas? 4. ¿Qué es más reprensible y por qué razón la avaricia o la prodigalidad?
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