La cáscara 1eq20

Esto ocurrió hace algunos años, solía realizar viajes largos, especialmente rutas que atravesaban el país, de esas que te llevan por kilómetros y kilómetros de lana.

Ya sabes, la radio se llena de estática durante horas y la única señal de vida son las luces distantes de algún coche que viene en sentido contrario.

Era joven, ansioso por los kilómetros y el dinero, no me importaba la soledad, o eso creía.

La ruta que me asignaron pasaba por un tramo largo y desolado de carretera entre las fronteras de dos grandes comunidades.

Prefiero no decir exactamente dónde, pero imagina vastos espacios vacíos, muchos árboles y poco más.

Era famosa entre los camioneros por ser una zona muerta, sin señal, sin pueblos a cientos de kilómetros a cada lado y propensa a climas extraños.

La mayoría intentaba cruzar de día, pero los horarios son los horarios y el mío me obligaba a cruzarla en plena noche.

Recuerdo la sensación, oscuridad total fuera del alcance de mis faros, una oscuridad que parecía oprimir la cabina.

Los únicos sonidos eran el zumbido del motor diésel, el silbido ocasional de los frenos de aire y el ritmo constante de las llantas sobre el asfalto.

Demasiado hoy.

Llevaba conduciendo unas diez horas con un descanso corto hecho en unas cuantas ciudades atrás.

El café ya no surtía efecto.

Las luces del tablero emitían un brillo verde opaco, reconfortante en cierto modo, pero también hacían que la oscuridad exterior pareciera aún más absoluta.

Sentía como si mis párpados pesaran una tonelada.

Si no vives en la carretera te puede parecer muy loco, pero esto es algo muy habitual, más de lo normal, y uno lucha contra eso, o sabes, te das una bofetada, bajas la ventanilla para que te dé un poco el aire frío, subes el volumen de la música que aún no se ha convertido en estática.

Estaba haciendo todo eso.

Debían ser las dos o las tres de la mañana.

Estaba...