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El archivo de las tormentas-El camino de los reyes
El camino de los reyes - Capítulo 4

El camino de los reyes - Capítulo 4 6a5m5a

11/9/2023 · 30:28
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El archivo de las tormentas-El camino de los reyes

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El camino de los reyes - Capítulo El camino de los reyes - Capítulo 6n2v49

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Cuatro las llanuras quebradas me estoy muriendo verdad curandero porque tomas mi sangre quién te acompaña con su cabeza de arrugas puedo ver un sol lejano oscuro y frío brillando en un cielo negro recogido el tres de hernán año mil ciento setenta y uno once segundos antes de la muerte el sujeto era un pastor de de ni arregi la muestra es llamativa por qué no lloras preguntó la viento spleen kaladin estaba sentado de espaldas a la jaula la cabeza gacha las tablas del suelo que tenía delante estaban astilladas como si alguien las hubiera acabado solamente con las uñas la sección astillada estaba manchada de oscuro donde la seca madera gris se había empapado de sangre un inútil e ilusorio intento de huida la carreta continuó rodando la misma rutina cada día despertarse magullado y dolorido tras una noche inquieta pasaba sin manchas mi colchón una carreta por vez los esclavos eran sacados y encadenados con plazas de hierro en los pies y se les daba tiempo para moverse y hacer sus necesidades luego se lo recogía y se le estaba el engrudo de la mañana y las carretas se echaban a andar hasta la bazofia de la tarde más camino la bazofia de la noche y luego una jarra de agua antes de dormir la mancha de kaladin estaba aún fresca y ensangrentada al menos el techo de la jaula la protegía del sol la vientos prende se convirtió en bruma flotando como una nube diminuta se acercó a kaladin el movimiento recortó su cara delante de la nube como si despejara de un soplido la bruma y revelará algo más sustancioso debajo vaporoso femenino y anguloso con ojos llenos de curiosidad como ningún otro spleen que kaladin hubiera visto nosotros lloran de noche dijo pero tú no llorar para qué respondió él apoyando la cabeza contra los barrotes que cambiaría no lo sé porque lloran los hombres él sonrió y cerró los ojos pregúntale al todopoderoso por qué lloran los hombres pequeñas spleen no ame su frente estaba perlada de sudor por la humedad del verano del este y le picó cuando se le coló en la herida con suerte pronto volverían a tener algunas semanas de primavera el clima y las estaciones el ánimo predecibles nunca se sabía cuánto iban a durar aunque lo más normal era que fueran unas pocas semanas la carreta continuó su camino al cabo de un rato kaladin sintió la luz del sol en la cara abrió los ojos el sol se colaba por la parte superior de la jaula dos o tres horas después de mediodía entonces y la bazofia de la tarde kaladin se levantó ocupándose apoyar una mano en los barrotes de acero no pudo distinguir a the black conduciendo la carreta de delante solo a bluff con su cara plana detrás el mercenario llevaba puesta una camisa sucia acordonada en la parte delantera y un sombrero de ala ancha para protegerse del sol su lanza y su maza en el banco a su lado no llevaba espada ni siquiera te bla lo hacía no cerca de tierra alessi la yerba continuó abriéndose para dejar paso a las carretas desvaneciéndose por delante y luego cerrándose después de que pasaran aquí el paisaje estaba salpicado de extraños matorrales que kaladin no reconoció tenían gruesos tallos y cañas y agujas verdes donde las carretas se acercaban demasiado las agujas se metían dentro de los pecíolos dejando detrás troncos retorcidos como gusanos con ramas convulsas mote daban el paisaje elevado alzándose de las rocas cubiertas de hierba como centinelas diminutos las carretas continuaron avanzando bien pasado el mediodía por no tenemos para comer la primera carreta se detuvo por fin las otras dos lo hicieron detrás entre sacudidas los turistas caparazón rojo vacilaron las antenas oscilando a un lado y a otro esos animales de forma cuadrada tenían abultados caparazones pétreos y gruesas patas rojas como troncos por lo que cala dina había huido sus pinzas podían quebrar el brazo de un hombre pero los cules eran dóciles sobre todos los domesticados y no había conocido a nadie del ejército que reciben

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