BdC 21 - Una película de Woody Allen 5v6n5d

Hola, buenas noches. Cuando yo empecé a grabar esto, siempre he empezado grabando con un trago de cerveza, es verdad, me estaba acordando ahora de esto. No hay cerveza hoy, voy a beber agua. Creo que se está escuchando la botella de agua. Vale, no me queda mucha agua, pero bueno, tampoco creo que está. En fin, este sería el capítulo 21 y hace mucho, más de un año yo creo, que no me siento a grabar esto.

Esta vez me estoy volviendo, bueno, por una serie de motivos, porque me apetece, principalmente porque me apetece, pero también porque al menos hoy siento que tengo algo que decir. No sé si es interesante o no, pero bueno, siento que tengo algo que decir. Y bueno, también siento, no sé, siento que hay una similitud con aquella época de mi vida en la que empecé a grabar el podcast.

Es decir, yo creo que siempre, o sea, yo creo que cuando, o sea, que grabé esto con un motivo egoísta, es decir, lo grabé porque a mí me interesaba tener un podcast y porque a mí me gustaba la idea, sin esperar nada a cambio ni nada por el estilo. Así que es verdad que agradezco y siempre me lo paso súper bien. O sea, disfruto mucho cuando recibo algún tipo de y eso está claro, pero no es el fin principal.

El fin principal es, bueno, mi terapia. O sea, para mí hacer un podcast es mi terapia. Y, Dios, qué buena manera, porque precisamente quería hablar de eso, de la terapia. Entonces, bueno, pues sí, pues eso, entonces, sí, la idea es un poco esa. Así que, bueno, esta vez tengo algo que decir. Si puedo, si logro, si tengo más cosas que decir, pues seguiré hablando dentro de dos semanas o cuando toque.

De momento empezamos por hoy y ya se verá. Bueno, pues el tema era ese, la terapia. En particular, bueno, es verdad que yo llevo oyendo terapia 6, 7, dos noches de noviembre y los motivos son varios y quizás irrelevantes en este momento, o para este, digamos, contexto.

Bueno, irrelevantes no, pero vamos, que tampoco voy a estar contando mi vida a esos niveles.

Pero sí que es verdad que hay una serie de reflexiones que me parecen interesantes con la terapia. Es decir, yo entiendo muy bien, lo veo bastante positivo, que la gente vaya a terapia y que la gente haya normalizado ir a terapia como ir a hacerte una revisión, yo que sé, anual, bianual, tu análisis de sangre, tus cosas, ¿no? para ver que estás bien.

Y yo eso lo entiendo. ¿Qué pasa? Que entiendo también que tú vayas porque tienes, yo que sé, porque llevas, bueno, es que en general lo entiendo casi todo. Entiendo que tú vayas porque llevas con un problema que no sabes gestionar, entiendo que vayas porque, yo que sé, porque hay una cosa que tienes en la cabeza desde hace mucho tiempo y no hay manera de quitártela de encima, yo que sé, todas estas cosas me parecen perfectas.

Así que es verdad que, y esto nace también de una discusión que tuve con, de una conversación que tuve con Carlos, que él me decía, en la que él me decía, coño, pues a mí lo que me parece mal es que lleguemos a un punto en el que la gente vaya a terapia a que le resuelvan, o sea, primero, a que te resuelvan los problemas por ti, como yo que sé, el luto, el luto, por el luto hay que pasar, el luto hay que vivirlo y sentirlo y gestionarlo, y eso es una cosa, por ejemplo, que yo he aprendido yendo a terapia, por ejemplo, he aprendido que el luto hay que vivirlo y punto, por ejemplo.

Y eso no puede ser que tú utilices la terapia, o sea, tampoco conviene que nos convirtamos en seres, o sea, no sé si llamarlo debilidad, pero, o sea, que llegamos a un momento en el que necesitemos de alguien para los problemas más básicos, como yo que sé, como la muerte de un ser querido, como la piba que te deja, como yo que sé, como todas estas cosas que al final forman parte de la vida, del día a día y de, yo que sé, de nuestra, de nosotros.