
Descripción de El asesinato de Gabby Petito 3yu5x
En agosto de 2021, Gabby Petito, una mujer estadounidense, fue asesinada por su prometido, Brian Laundrie, mientras viajaban juntos en un viaje en camioneta por los Estados Unidos. El viaje comenzó el 2 de julio de 2021 y estaba previsto que durara cuatro meses; sin embargo, Petito desapareció a fines de agosto. Después de que Petito desapareció, Laundrie levantó sospechas cuando condujo la camioneta de Petito desde Wyoming de regreso a la casa de sus padres en North Port, Florida, y se negó a hablar sobre su paradero. Se consideró que era una persona de interés en el caso y se emitió una orden de arresto por cargos de hacer retiros con la tarjeta de débito de Petito. Laundrie partió de su casa en Florida el 13 de septiembre y fue reportado como desaparecido el 17 de septiembre. Te contamos la historia. Investigación, texto y voz: Baldra Torres 6e184r
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Cuando pensamos en o intentamos comprender el fenómeno de la violencia en la pareja, es decir, de los malos tratos hacia una mujer, y bueno, nos enfocamos en ellas porque estas son las víctimas de esa violencia en un 95% de los casos, tenemos que abrir el espectro de un modelo complejo de una explicación de la conducta humana que implica el saber del psicoanálisis, la antropología, la filosofía, la sociología y la psicología, por supuesto con los modernos estudios de género. La violencia familiar es un emergente, un reflejo de las relaciones de poder dentro de la familia.
Como uso abusivo del poder, la violencia masculina está apoyada por las legitimaciones culturales que proceden de los diferentes modelos de socialización para hombres y mujeres, esto es, de la adquisición en nuestra cultura patriarcal de la denominada identidad de género. La tradición de la superioridad masculina genera en la mujer la obligación de respetar la autoridad del padre o la pareja. El riesgo en caso de que ésta desobedezca es la pérdida del amor, de la valoración de ser una buena esposa y madre. El contexto cultural sienta las bases para que el maltrato se convierta en una especie de trampa. La situación de hombres y mujeres respecto de la vida privada sigue propiciando una desigualdad de derechos, mientras que en los hombres la vida privada son derechos, en la mujer son deberes.
En las mujeres la vida privada coincide con el trabajo doméstico de acuerdo con un modelo ideal y deseado, ser ama, dueña de algo, de su casa y de sus hijos, por eso a diferencia de los hombres, las mujeres pueden encontrar incompatible una vida profesional exitosa con la vida personal y por eso algunas se llegan a plantear abandonar su profesión por amor a su familia. Oh si, este no es un texto que escribí en los noventas, aunque bien hubiera podido, no está fuera de época en lo absoluto. A pesar de los grandes avances de la tecnología, en ciencia, en casi todos los ámbitos, en el terreno de los derechos humanos y civiles parece que seguimos siendo parte de una mala película de época.
Y es que la carrera de cuidadora, de ama de casa, de madre, no tiene valoración social, no parece exigir grandes esfuerzos, ni preparación, ni cultura, no entra en ninguna categoría de trabajo, no genera remuneración ni derechos sociales. Las labores de cuidado son consideradas como un instrumento para realizarse como persona, para confirmar su valía como mujer, pero el trabajo doméstico suele ser solitario, exige mucho tiempo, es rutinario e impide tener una vida privada, es decir, un desarrollo personal.
La mayoría de las mujeres todavía se enfrentan al reto de ser cuidadoras y de lograr un desarrollo individual profesional al mismo tiempo. Esta dualidad implica diferentes grados de desequilibrio familiar que las llena de culpa y de sentimiento de estar en falta. Sufren por ello, ansiedad, trastornos de pánico, crisis de angustia y depresión, que las llevan a terapias psicológicas sin saber que la causa es la incapacidad de conciliar la vida pública y privada. Déjenme contarles una pequeña historia al respecto.
Un hombre tuvo un grave problema mental que suponía un riesgo en sus negocios y repercutía gravemente sobre su familia. Su esposa se separó para tratar de salvar a la familia. El hombre empeoró. Pese a la separación, ella lo mantenía y lo cuidaba. Pero en un descuido, él se suicidó. La sociedad y la familia culparon a la mujer de lo sucedido. A lo mejor si ella se hubiera quedado en casa, todo el mundo diría que es una excelente mujer. El narcisismo femenino se basa en un modelo maternal de todo por amor. Por eso las mujeres en lugar de matar, sufren.
El masoquismo genera sufrimiento en la mujer, pero ofrece ganancias para su pareja. Produce en ella sufrimientos extremos, complejos, porque siente que ha faltado al mandato de ser buena para él. Se siente culpable por haber dejado de tolerar, de aguantar y hasta se cree la causante del estallido de violencia. Freud, ya en 1924,
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