ANÁLISIS DE ESCENA - La vida de los otros (2006) 6u4872

Fernando Galindo, un irador, un amigo, un esclavo, un ciervo.

La lluvia en Sevilla es una pura maravilla.

Snow.

¿Qué quiere decir eso de Snob? Un Snob intelectual, o sea, de la clase peor que existe.

Telefonista, ¿puede usted oír mi voz? Mandará los papeles a Berlín este con la dama rubia por triplicado.

¿Los papeles por triplicado o la rubia por triplicado? Si puede, las dos cosas.

Vuelve a tu jaula dorada, Melanie Daniels.

Acabo de pagar 20, quiero recobrarlos.

Dejémoslo en lío, soy un oficial corrupto, pero pobre.

Recuerdo perfectamente, Edison, que Pache es un hombre de la lista de invitados.

¿Qué hace usted aquí? Tengo que decirte una cosa.

Maxi Stultz duerme con los ojos abiertos.

Hola, amigos del Cine Clásico, hola, mis queridos desvelados.

Bienvenidos a una nueva entrega de estos capítulos especiales de Filmotecast centrados en los análisis en profundidad de diferentes escenas de la historia del cine, de películas y escenas grandiosas, importantísimas, que han marcado quizá un antes y un después o que forman parte de nuestro imaginario colectivo como grandes momentos ya analizados en esta sección, como la escena de A Dios pongo por testigo de lo que el viento se llevó o El beso de vértigo, y que alternamos, como digo, con otras escenas de otras películas que quizá no son tan memorables, no son tan paradigmáticas, no son tan reconocibles, no son las primeras en las que pensamos cuando hablamos de las grandes escenas de la historia del cine, pero que de una manera especial a mí me han conmovido o me han llamado la atención por diferentes razones.

Y hoy quiero hablaros de la escena del libro amarillo de la película La vida de los otros, una de mis películas favoritas europeas y una de mis películas favoritas del siglo XXI, sin la menor sombra de duda, realizada en 2006 por, y perdone, porque creo que voy a decir muy mal este nombre todas las veces, por Florian Henkel von Donnersmark, realizada, como os digo, en 2006.

La vida de los otros es un drama ambientado en la República Democrática Alemana de 1984, en que un agente de la Stasi, la policía secreta, debe vigilar a un autor teatral y a su amante, una famosa actriz, por si son posibles enemigos del socialismo.

Lo último que puede imaginar este eficaz y solitario capitán es que la vida de las personas a las que espiará acabará conmoviéndole y haciéndole tener una visión renovada de la vida, las relaciones humanas y su mismísima idea del Estado.

Es una película sobre cómo un hombre es capaz de transformarse gracias, precisamente, a la vida de los otros.

Protagonizada por un espléndido Ulrich Müge en el papel de espía y Sebastián Koch y Martina Gedeck en el del escritor y la actriz, la película fue uno de los mayores éxitos del cine alemán de los últimos 50 años y ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

Siendo como es la vida de los otros un claro ataque contra el sistema de espionaje y restricción de libertades que se ejercía en la RDA, lo primero que llama la atención de la película es su cromatismo.

A nivel estético está muy bien dibujado, muy bien definida esta propuesta ya que todo está sumido en un tono gris casi constante que pretende, a mi juicio, ser reflejo del estado de ánimo de una sociedad adormecida y dominada por la ideología.

Esta Alemania no tiene alegría, no tiene luz, no tiene color y para subrayar esta idea el agente Wiesler va siempre vestido de gris y su vivienda es triste y racionalista, todo, como digo, bañado por unos colores grises, descorazonadores, deprimentes.

Sin embargo,