
#66 👑 Una vida de escándalos, un final sin gloria: así cayó el conde de Shaftesbury 324s1y
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¿Qué hace un conde británico desapareciendo en la Costa Azul… y acabando enterrado donde menos se esperaba? 🎁 DESCUENTO -5% EN IATI Viaja tranquilo y protegido. Aprovecha este descuento en tu seguro de viaje: 👉 https://bit.ly/4fo2dzK En este episodio de Pasaporte Criminal, viajamos por la vida excéntrica y trágica de Anthony Ashley-Cooper, el 10º conde de Shaftesbury: una infancia en internados, herencias millonarias, una boda con Jamila M’Barek en Ámsterdam, y un final digno de novela negra. 💔 Privilegios, mentiras, manipulaciones y un crimen con mayúsculas. 🕵️♀️ Desde la mansión familiar en Dorset hasta un bosque en los Alpes, reconstruimos paso a paso este caso que sacudió a la aristocracia británica. 🎧 Si te va el true crime con giros, lujo decadente y frases que se te clavan… este episodio es para ti. 2b4f24
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Dicen que la realidad siempre supera a la ficción, pero en esta historia la realidad la destroza, la pasa por la batidora y la sirve bien fría, en una copa de balón con ginebra y un par de hielos.
Hoy, en Pasaporte Criminal, la historia de Anthony Ashley Cooper, el décimo conde de Shaftesbury.
Pasaporte Criminal, un podcast de crímenes a viajeros y viajeros criminales que te dejarán.
Hola hola amigos del mal ajeno viajero, ¿cómo estamos? Pues sí que sí, amigui, has oído correctamente.
Hoy vas a escuchar la triste historia de un auténtico aristócrata británico.
Bueno, triste, triste del todo, igual no tanto, porque este señor vivió muchos años y bien.
A lo mejor decimos misteriosa historia mejor, o un final triste, bueno, algo así.
El tipo tenía más títulos nobiliarios que relaciones íntimas, y os digo que esto ya es un decir.
Castillo familiar, fortuna de millones y un gusto un tanto dudoso para elegir la compañía.
Y esto por decirlo suave, pero ojo que es que no te quiero desvelar nada todavía.
Una vida de excesos en la Costa Azul, un matrimonio que parecía sacado de un catálogo de lencería de lujo y un final que nadie o casi nadie vio venir.
¿Estás preparado? Pues acompáñame, porque hoy viajamos a un montón de sitios, porque te vas a encontrar muchas nacionalidades, muchos viajes donde las luces brillan, las copas no se acaban y los secretos a veces se entierran en un barranco.
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Aprovechalo.
Dicho esto, haz caso a la azafata que nos subimos al primer avión.
Nos vamos al país que más cariño le tenemos en este programa de crímenes viajeros, redoble de tambores… ¡Nos vamos a Inglaterra! Hay niños que heredan un tren eléctrico, pero Anthony Ashley Cooper heredó un título nobiliario, 9.000 hectáreas de terreno y una casa tan grande que podías perder un mayordomo durante días.
Nació un 22 de mayo de 1938, destinado a convertirse en el décimo conde de Shaftesbury.
Un linaje que ensonaba a gloria imperial con un legado de reformas sociales y estatuas en Piccadilly Circus.
Pero en los pasillos de Wimbledon St Giles, la majestuosa finca familiar, no se escuchaban himnos de grandeza, solo ecos de una infancia solitaria.
Y es que la vida no tardó en colarse por el sumidero del privilegio.
Su padre, el mayor Anthony John Ashley Cooper, se fue al otro barrio en 1947, cuando Anthony tenía apenas 9 años.
¿La causa? Pues, ¡oh vaya, misterio! No se supo de qué murió el padre del conde, o por lo menos nunca trascendió.
Las crónicas sociales de la época no quisieron hablar del tema y prefirieron pasar página.
Como si el heredero se hubiera quedado huérfano de un caballero inglés por combustión espontánea.
Y luego, estaba la otra parte de la ecuación, su madre, la buena de s Maisie Beresford, en que en lugar de quedarse, por cierto, a consolar al heredero y disfrutar de esos miles de acres de terreno, se largó a Francia con su hija menor.
Y Anthony se quedó en la mansión familiar con sus abuelos.
Sí, esos abuelos que seguramente acabarían retratados en el pasillo principal de la casa, con cuello almidonado y expresión de que la infancia no se mima, se soporta.
A partir de ahí, la infancia de Anthony fue un auténtico tira y afloja.
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