5. El Motín de Aranjuez 531z1z

Como que me llamo Alberto, que hoy nos vamos de motín. Así que afilad las chairas, navajas y cuchillos, haced acopio de piedras, palos y cadenas, preparad pistolas y fusiles, porque hoy la vamos a preparar y la vamos a dejar preparada. Pero cuidado, para poder hablar del motín de Aranjuez, primero tenemos que hablar del famoso Tratado de Fontenebleu, que seguramente, aunque solo sea así un poco por encima, os suena.

Este tratado fue firmado en la localidad sa del mismo nombre, en Fontenebleu, ubicada a unas doce leguas y media, el equivalente a unos sesenta kilómetros, al sur de París, el 27 de octubre de 1807, siendo los firmantes de dicho tratado, por una parte, la España de Carlos IV y por la otra, la Francia del emperador Napoleón Bonaparte.

Tras la firma del Tratado de Fontenebleu, entre 1806 y 1807, Napoleón tuvo que enfrentarse a la Cuarta Coalición Antisa, compuesta, cómo no, por Reino Unido, Prusia, Rusia y Suecia, una coalición muy norteña, por lo tanto, y muy alejada de España y de Portugal.

Napoleón había intentado derrotar a los rusos, a principios de 1807, en la Batalla de Eylau, en Rusia, en el Oblast de Kaliningrado, una de las batallas más sangrientas y pírricas de las guerras napoleónicas. De hecho, el resultado de aquella batalla fue un empate técnico después de una brutal carnicería, pero los ses reclamaron la victoria porque los rusos decidieron retirarse después de la matanza. Por lo tanto, a principios de 1807, Napoleón andaba bastante escaso de efectivos para luchar en el norte de Europa y exigió a sus aliados que arrimasen el hombro, que las guerras no se ganan solas.

Así que España acudió al rescate, decidió ayudar a Napoleón, enviando al norte de Europa unos 14.000 soldados bajo el mando de Pedro, Caro y Sureda, el Márquez de la Romana, un veterano de la Guerra de la Convención o del Rosellón. Y ojo, que estos 14.000 hombres fueron desde España hasta Dinamarca a pie, o en el mejor de los casos, a caballo, nada de embarco. Y cito aquí a este ejército expedicionario español que llegó hasta Dinamarca, se supone que para impedir un hipotético desembarco británico en aquellas tierras, por dos motivos.

El primero es que, evidentemente, al estar estos soldados españoles tan lejos de su tierra, no iban a poder participar en la conquista de Portugal, que de esto iba el Tratado de Fonteneble. Y el segundo motivo es parecido, porque si ocurría algo raro y la invasión napoleónica de Portugal también terminaba convirtiéndose como por arte de magia, en la invasión napoleónica de España, las tropas del Márquez de la Romana tampoco podrían participar en la defensa de su patria. Pero no tengáis cuidado, que ya volveremos a saber de las aventuras y desventuras de las tropas españolas en Dinamarca más adelante.

Como ya conté en el episodio anterior, Napoleón quería estrangular el comercio del Reino Unido y pretendía hacerlo impidiendo que los puertos del continente europeo negociasen e intercambiasen mercancías con los hijos de la Gran Bretaña. Portugal dijo que de eso nada, que ellos iban a seguir comerciando con sus viejos aliados y punto. Y Napoleón, que no se andaba con tonterías, decidió conquistar Portugal por tierra, sólo que para esto, evidentemente, para conquistar Portugal, tenía que atravesar España.

Una operación así implicaba la movilización de un ejército francés enorme de casi 70.000 efectivos, después divididos en varios cuerpos de ejército más pequeños, además de la colaboración directa de tropas españolas. Entonces, para aclarar todos estos asuntos, fechas, rutas, fuerzas a movilizar, logística, estrategias y demás cuestiones, fue, para lo que se firmó el Tratado de Fonteneble, repito, el 27 de octubre de 1807. Napoleón iba completamente en serio, pretendía acabar con la Casa Real portuguesa y punto. Pretendía también hacerse con todo el país y dividirlo en tres partes.