4x58.-Dos seductores -1964 6e135j

Érase una vez un apuesto príncipe que vivía en un castillo junto al mar, bueno en realidad no era un castillo sino una asuntuosa mansión en la riviera sa, y en realidad tampoco él era un príncipe, aunque la gente así lo creía, especialmente sus víctimas. Os ruego Alteza que os dignéis aceptar esta pequeña contribución a vuestra noble causa. Aunque de estas esmeraldas dependiera la libertad de gran parte de mi pueblo, no puedo aceptarlas. Os lo suplico, pensad en lo que se podría rescatar con ellas. No, no madame. Las vidas de hombres y mujeres y de inocentes niños.

Los hombres y mujeres de mi país preferirían la muerte antes de que su príncipe aceptase limosnas, pero por los inocentes niños os estaré eternamente agradecido. Oh no Alteza, no imagináis lo emocionada que estoy, una simple plebeya como yo obteniendo tal honor de un príncipe. Alzaos gentil señora, ya no sois una plebeya, vuestro rasgo de generosidad os ha ennoblecido. Es sorprendente. ¿Qué? Las joyas suelen realzar la belleza de la mujer, pero en este caso es lo contrario, estáis mucho más bellas en vuestro collar. ¿De veras? Sí, su belleza artificial sólo logra ensombrecer vuestra natural belleza. Es increíble, realmente fantástico.

Madame, basta por favor, os lo ruego por vuestro propio bien.

Le entregaban incalculables tesoros, ninguna de ellas consideraba excesivamente caro el precio de tan gloriosa aventura.

Entretanto, por un bosque que rodeaba una pequeña aldea alemana, merodeaba un lobo.

Andaba al acecho en busca de confiadas víctimas, igual que el príncipe, también él se dedicaba sólo a las mujeres.