[49] ENTENDER EL CEREBRO PARA REGULARLO #ÓscarMarínParra 5z3o2p

Entender el funcionamiento del cerebro ha sido y es una obsesión para la ciencia y también ocasionalmente para cada uno de nosotros como individuos. ¿Qué parte de nuestra manera de pensar y comportarnos está en los genes y qué parte se debe al entorno, a lo que nos ocurre? En otras palabras, ¿hasta qué punto somos lo que somos por cómo venimos de fábrica? ¿O lo que somos depende de nuestra voluntad, de nuestras vivencias, de nuestro entorno? Santiago Ramón y Cajal, uno de los dos científicos españoles con premio Nobel, dijo que todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro.

Con esta frase apuntaba la plasticidad cerebral para cambiar la estructura del cerebro y su funcionamiento a lo largo de la vida. Esto se ha demostrado, por ejemplo, mostrando cómo cambian algunas áreas del cerebro de violinistas o taxistas o con numerosos estudios a escala celular o molecular. Un ejemplo muy bestia de esta adaptabilidad del cerebro es que personas que nacen sin cerebelo, una estructura que tiene la mitad de las neuronas del cerebro, son capaces de sobrevivir. Ramón y Cajal fue muy certero en sus teorías basándose en observaciones de preparaciones de cerebros de distintos organismos. Predijo, y estamos hablando de finales del siglo XIX, que el sistema nervioso no era un continuo, sino que estaba compuesto por entidades individuales que después se llamaron neuronas.

El cerebro es un órgano muy difícil de estudiar por diversas razones. Estamos hablando de una estructura que en los humanos tiene unos 85.000 millones de neuronas, con miles de conexiones entre ellas, y unos 100.000 millones de células de la glía o de soporte. Además, es un órgano vital y de difícil y manipulación, aun en organismo modelo. Un reportaje periodístico reciente calificó a Óscar Marimparra como el neurocientífico español vivo más brillante, algo que cuando se lo comenté le ruborizó en un acto de humildad, y de ser un científico que a pesar de ser excepcional, sabe que en esto de la ciencia las medallas individuales siempre son algo desmesuradas. Óscar fue autor de un artículo muy relevante en Nature Medicine en el año 2016, plantando una baliza en el campo para marcar un camino en la investigación en neurociencias.

En este artículo, Óscar correlacionaba la fase del desarrollo del cerebro, desde el embrión, pasando por la infancia y la adolescencia, hasta llegar a estado adulto, con fases en las que aparecen y se diagnostican alteraciones psiquiátricas como autismo, esquizofrenia, ansiedad, bipolaridad o depresión. Esto sugería que si conocemos los mecanismos por los cuales el cerebro se desarrolla en cada periodo de nuestras vidas, podríamos entender cómo la alteración de esos mecanismos pueden causar estas enfermedades, y por lo tanto, abrir esperanzas a terapias o acciones preventivas.

En la página web del grupo de Óscar Marín, podemos ver sus excepcionales publicaciones científicas, entre otras cosas, pero también hay un apartado sobre los valores que pretende inculcar en su laboratorio, que son cinco. Pasión, integridad, trabajo inteligente, actitud de sí se puede y resistencia. Todo esto lo pone en inglés, y resistencia en inglés se dice endurance. Endurance era el nombre del barco del explorador polar Shackleton. El endurance quedó atrapado por placas de hielo en el mar de Weddell, en la Antártida, y más tarde fue aplastado y hundido por ese hielo. Entonces, Shackleton y otros cinco hombres hicieron una travesía en bote por el tormentoso Atlántico Sur, a vida o muerte, para ir a buscar ayuda.

En la Antártida, en la isla Elefante, quedaron 22 hombres de la tripulación del endurance, sobreviviendo en condiciones extremas. Una muestra de resistencia y esperanza. Todos fueron rescatados, casi dos años más tarde. Y así se podría ver la investigación del cerebro para rescatar aquellos que tienen problemas psiquiátricos. Los afectados y sus familias pueden encontrarse aislados y desesperanzados. Pero la buena noticia es que hay un buen puñado de científicas y científicos que han tomado un bote para adentrarse en los complejos mecanismos del cerebro, y que tarde o temprano regresarán con ayuda.