
Descripción de 4. Capítulo IV 25l1f
Mientras Bobby permanece encerrado en el pabellón psiquiátrico, Herman y Wendy se aventuran a explorar el área clausurada del hospital... 2i5h6h
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Pues muy buenas noches, estamos de vuelta en el hospital de Nuestra Señora, ese lugar extraño donde por las noches todo parece cambiar, todo parece volverse una pesadilla prácticamente y por el día, la verdad es que también, es una puta pesadilla.
Muy buenas, Ed Heyward, bienvenido de vuelta a las afueras de Kendal.
Ahí vamos, a ver de qué va esto.
Pues hombre, ya deberíais empezar a veros de qué va o por lo menos de qué no va, esto no es un lugar donde reposar y recuperarse, Bobby, aunque tú vas a tener reposo según lo último que vimos.
No lo sé, démelo tú, a ver qué pasa.
Te metieron un buen chute de sedante y te encerraron en el pabellón psiquiátrico, yo diría que vas a tener un buen descanso.
Está muy bien, así voy a recuperar muchos puntitos, les saludo.
Efectivamente, sí, sí, es por tu bien, todo esto es por tu bien.
Está perfecto.
Muy bien, Germán, ¿qué tal esa frente? Aquí seguimos luchando con las cicatrices inventadas, o no, nunca se sabe.
Estaban ahí, lo que pasa es que no te acuerdas.
Lo mismo, me he hecho que me di un porrazo de chico, pero claro, no me acuerdo.
Sí, hostia, eras tan pequeño que no te acuerdas y ahora te has dado cuenta en el espejo.
Muy buenas, Wendy, ¿qué tal esa prótesis ocular, que no contabas con ella? No, la verdad es que no, me ha sorprendido bastante.
Sí, vaya, qué cosas pasan, ¿eh? Sí, procedimientos y pasivos.
De un día para otro, joder, verdad, yo tenía un ojo de cristal, qué cosas.
Tenía un ojo de cristal, no me acordaba.
Bien, ya no se te olvidará.
Pues hagamos un pequeño resumen, bueno, pequeño también, un resumen sobre lo ocurrido en las anteriores sesiones.
Esta va a ser ya la cuarta y después de eso nos vamos directos al pabellón 4 a ver qué tal le van las cosas a Bobby.
Bien, nuestros personajes, como ya hemos mencionado, son todos pacientes del hospital de Nuestra Señora a las afueras de Kendal, un sitio tranquilo, apartado del mundanal ruido.
Tranquilo al menos hasta que una noche un paciente del pabellón psiquiátrico, un tal Gavin Langley, se coló en la habitación de los pejotas farfullando una serie de incoherencias extrañas en alemán hasta que se lo llevaron a rastras y fue al día siguiente que Bobby se topó con el cadáver de Gavin en la morgue.
Le habían abierto el cuello limpiamente con un escalpelo.
Esa noche, unas horas después, Bobby y Ed despertaron cuando sintieron algún ruido en el pabellón 3, donde están alojados con sus compañeros y vieron que algo o alguien se llevaba de la habitación a Herman y a Wendy.
Cuando decidieron salir para ver qué estaba pasando, descubrieron que el hospital era otra cosa.
Era un lugar desconocido y plagado de horrores.
Mientras tanto, unas enfermeras de pesadilla condujeron a Herman y a Wendy a un quirófano donde alguien, una figura siniestra con una máscara de pájaro, comenzó a intervenir a ambos personajes.
Abrió la frente de Herman, taladró su cráneo y extrajo el ojo izquierdo de Wendy.
A la mañana siguiente, todos los personajes despertaron como si nada en el pabellón 3, en su habitación de siempre, aunque Herman y Wendy tenían cicatrices que no podían explicar y que parecían muy antiguas.
Y a Wendy efectivamente le faltaba un ojo, tiene una prótesis ocular.
Decidieron que era hora de abandonar el hospital, pero la enfermera jefe, Anne Moder y Alf el celador, le llevaron de vuelta a Herman.
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