2x04 Trump: El Retonno - Dos Peor que Uno 291f6h

Cuando te levantas cada mañana, ya hay más de uno trabajando para ti, el que te informa
con rigor, el que entrevista, el que analiza, el que argumenta, el que entretiene con humor
e ironía. Ninguno de ellos está aquí. Dos peor que uno, a la retaguardia de la información.
Hola mundo, damos comienzo a un nuevo episodio del podcast favorito de los de la
secta que venga ya el meteorito. Es decir, casi todo el mundo ya. El bueno, el original,
el auténtico. Dos peor que uno.
Un clásico desde la semana pasada ya del humor involuntario, recomendado por nueve
de cada diez activistas de los que dan la batalla en Twitter.
Reciban ustedes un abrazo radiofónico del aquí presente Eduardo Moreno y del insignio
director de The Rivas Tribune, Bob Bernstein, el decano de la prensa digital seria en su
casa los domingos. Saludos Bob, ¿cómo estamos?
Muy buenas señor Moreno, pues encantado de estar aquí otra vez con usted para repartir
sobre este mundo cada vez más decimonónico, por decir algo, al que su amado tardocarpitalismo
nos ha conducido. Carpetovetónico, medieval, diría yo, pero
bueno, algo así. De hecho, fíjese usted que los dedos se me hacen huéspedes con el
tema de hoy, que menuda temporadita llevamos y el tema lo promete.
Pues sí, pues sí, porque desde nuestro último encuentro casi navideño han cambiado muchas
cosas, pero yo creo que tampoco nada que no se pudiera haber venido y que seguro nuestros
tres oyentes, ya tres oyentes, ya estarán debidamente informados a nosotros.
Hemos contado tres ya. Bueno, como será la cosa que hasta parece que se acerca un meteorito
de verdad con probabilidad de arrearnos un sopapo y uno ve la actualidad y parece de
lo menos preocupante, así que no está mal. Pero bueno, venga, vamos con el tema que hay
ganas de pisar charcos y vamos con la cortinilla esa que tanto le gusta a usted y comenzamos
enseguida. Mira, así, así. Vaya susto, hasta yo me lo he llevado esta
vez. Bueno, ha sido flojito, ha sido flojito.
Madre mía, es que se ha comido una cosa con la otra.
Bueno, dicho todo esto, vamos al tema de qué viene usted a pontificar en este estupendo
programa que con el que inauguramos 2025 desde su privilegiado altar de la socialdemocracia
en sus horas más bajas. Pues mire, la verdad es que se me han ido
acumulando los temas desde el señor Ángeles de la Casa Blanca y el fabricante de los elbasticarros.
Me parece un concepto genial que lo he leído, no sé si fue en Blue Sky o en Twitter. Bueno,
no creo que en Twitter. En Twitter se borra automáticamente.
Se borra automáticamente por lo que sea. Pues estos dos, peor que uno, se han puesto
manos a la obra para renazificar los Estados Unidos. Y dado esta situación actual, he
estado revisitando la serie de The Man in the High Castle y ya en su día me pareció
que las cosas podían haber sido así sin mucha dificultad y ahora me parecía casi
un documental de la realidad. Eso es porque usted es un moderno de eso.
Yo siempre fui más de revisitar la obra literaria original de Philip K. Dick y sin parecer pedante
ni nada. Esto está bueno. Ya, al final ser pedante no está a la alcance
de cualquiera. Eso lo ha dejado usted bien claro ahora mismo. Hay que valer para ello.
Pero bueno, siguiendo con el tema, cuando aún no habíamos desmontado ni siquiera el
reporte de Navidad, le comenté que me gustaría hablar de cómo las grandes corporaciones se
adaptan a los nuevos tiempos y se afanan en hacer desaparecer, como por darte el ejemplo
de Bloque, todo lo que a ojos de esos dos grandes pensadores políticos que hemos mencionado
antes está relacionado con la filosofía Woke. Woke. Ojo, que vienen curvas. Porque
lo de las corporaciones haciéndose pasar por gente preocupada por inmediatamente la
igualdad de género o los derechos laborales siempre me hizo de que reír mucho.
Pues sí, como le decía, le tengo una reflexión que le va cuando menos a sorprender, porque
el planteamiento es el siguiente. ¿Sabe usted en qué se parecen un liberal de los de extremo
centro de toda la vida y las ONGs? Pues no sé, se me ocurre que puede ser ese
profundo amor extasiante por algo bello y crujiente como los billeticos.
Los billeticos, bueno. Le preciso una mala pregunta. ¿Qué piensa un estalinista confeso
como usted de ese concepto de la llamada responsabilidad social corporativa?
Así todo junto, responsabilidad social y corporativa, en la misma frase, me suena un
poco como lo de inteligencia militar o lo que decía que el señor Bajero.