293 Kingdom Death: Monster u514g

Bienvenidos al programa número 293 de Solo en Balla, un episodio especial, especialísimo, donde nos vamos a sumergir en las profundidades de Kingdom Death Monster, un juego que ha cautivado, ha aterrorizado a la comunidad de los jóvenes. Ya sabemos que las siglas KDM no dejan indiferente a nadie y son sinónimos de una experiencia brutal, una experiencia narrativa, una experiencia estética, únicas y posiblemente irrepetibles. Hoy es 21 de mayo de 2025, yo soy Neo y tengo conmigo un elenco de supervivientes de primer nivel que van a hacer las delicias de vuestros oídos esta velada. Por riguroso orden aleatorio, a solas, muy buenas noches, ha llegado el día por fin. Yo creo que era más que necesario hacer esto.

Me reescuché, pero no he reescuchado de hecho un par de veces el especial que hicimos nosotros, al principio del todo, Kingdom Death Pollo, y es necesario ampliar información habiéndolo ya jugado. Grimnar, benditos los oídos, un placer que estés aquí con nosotros. Muy buenas chavales, vuelvo para las cosas que valen la pena, como son los especiales de KDM, no me lo podía perder.

Aunque vamos, hace que no lo toco eones, pero bueno, vamos a poner los dientes largos y más de uno lo va a desempolvar esta semana, ya veréis. Sanísimo. Ray, un fijo en los grandes especiales, como debe ser, ha cambiado el hacha por el micrófono. ¿Qué tal, Ray? Muy bien, aquí estamos. Hablar del mejor juego que hay. Top 1.

Y por último, pero no menos importante, tenemos un invitado de selección directamente sacado de nuestro canal de Telegram y conocido por su afición a juegos temáticos y alguna que otra incursión de dudoso gusto en el mundo de los euros. Manu, ¿qué tal estás? Muy bien, Neo, gracias por invitarme. Vamos a hablar un ratito de mi juego favorito, Kingdom Death Monster. Muchos pueblos que hay por aquí.

Pues bien, hechas las presentaciones, taparrabos ajustados, linternas encendidas, empezamos.

Hace mucho tiempo, existió un lugar de rostros tallados en piedra. Un hombre con un farol yacía sumido en un sueño sin sueños. El hombre no sabía nada. Un día, el hombre despertó. Se frotó la tinta seca que cubría sus ojos y los abrió. A su alrededor, observó a otras personas desprezándose y, más allá, un horizonte de oscuridad impenetrable.

Una mujer se acercó al hombre del farol. Su delicada mano se posó sobre él. No hubo palabras. Eran un misterio el uno para el otro. Repentinamente, un monstruo surgió de la oscuridad. Sus salvajes ojos brillaban hambrientos. Atacó. La gente no podía hacer nada frente al monstruo. Les arrancó la carne y rompió sus huesos entre los dientes. A otros los devoró enteros.

Abrumado por el miedo y el dolor, el hombre del farol se desplomó en el suelo. Frías narices de piedra se clavaron en su costado. No había escapatoria. Pero el hombre no quería morir. Desesperadamente, se aferró a los fríos rostros de piedra. Notó una grieta y tiró de ella con todas sus fuerzas. Un trozo de piedra se liberó. Estaba afilado y era letal.

El hombre del farol se alzó dificultosamente sobre sus pies, con su arma aferrada en el puño. Respiró hondo y rugió hacia la oscuridad. En algún lugar de aquella tierra de rostros de piedra, hombres y mujeres sin nombre se mantienen ruidos. Lo único que tienen es el deseo de sobrevivir, y unos faroles con los que dominar su lucha.

Con esta inmejorable instrucción a cargo del grandísimo Rai, entramos de lleno en la ambientación. Imaginad un mundo sin sol, donde la única fuente de luz proviene de lúgrubes faroles.