29 /05/25 - El Jardín de las Doce Lunas. 3c35h

La Marina FM. Son las 11.

Buenas noches y muchas gracias.

Sea la noche que fuere, de lunes a viernes, no podemos faltar a nuestra cita.

¿Qué importa cuando estamos en el jardín? ¿Qué noche de la semana es? ¿La noche del lunes? ¿La del martes? ¿La del miércoles? ¿Tal vez la del viernes? ¿La del jueves? No importa, por la sencilla razón que cuando estamos en el jardín de las doce lunas hemos suspendido el tiempo.

Las manecillas del reloj han dejado de girar y girar como castigo eterno.

Las manecillas del reloj no marcan segundos, ni minutos, ni horas.

Están sin moverse. Están quietas.

Quizás porque así tendrán oportunidad de escuchar mejor al ruiseñor que vive en este jardín.

No tenemos tiempo oficial, ni realidad oficial.

Se ha suspendido.

Es como si apagáramos el televisor.

Es como si no leyéramos los periódicos.

Es como si no escucháramos a los tertulianos.

Y es como si tampoco escucháramos a los políticos.

Es una maravilla.

Solo aquí, en el jardín de las doce lunas.

Y es que solo al entrar ya nos sentimos bien, porque lo primero que hacemos, incluso antes de mirarnos a los ojos y de darnos un abrazo, un abrazo físico, es alzar la vista y contemplar el maravilloso espectáculo que nos ofrecen las doce lunas.

Increíble.

Maravilloso.

Y por unos instantes nos dejamos bañar por su luz plateada.

Su luz magnética, misteriosa, enigmática.

Y así nos sentimos personas, nos sentimos seres humanos, sin normas de obligado cumplimiento.

Y dispuestos, por supuesto, a escuchar al ruiseñor del jardín, que en su libre albedrío da al viento trinos de amor.

Aquí se llora y añora el amor perdido.

Sueños que se quiebran, pero no en olvido, pues siguen viviendo en el corazón.