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🎙 AHORA ES TU MOMENTO – El podcast de Aroa Granados Psicología 📌 El síndrome de la hija perfecta: cuando brillar deja de hacerte feliz ¿Te cuesta parar? ¿Sientes que siempre debes estar a la altura y no puedes fallar? Hoy hablamos del síndrome de la hija perfecta: ese papel agotador de tener que ser la mejor hija, amiga, pareja, profesional... 💥 En este episodio descubrirás: ✔️ De dónde nace la presión por destacar. ✔️ Cómo afecta a tu autoestima, relaciones y salud emocional. ✔️ Por qué vivir para gustar te aleja de ti. ✔️ Cómo empezar a elegirte sin necesidad de medallas. 💫 Si estás cansada de vivir para los aplausos y quieres reconectar con lo que realmente deseas, este episodio es para ti. 🎧 Escúchalo y empieza a escribir tu propia historia, no la que esperan de ti. 🔗 Agenda tu sesión en: www.aroagranadospsicologia.com 📲 Síguenos en IG: @aroagranadospsicologia 41606m
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Si eres la típica que siempre se ha estado esforzando por sacar buenas notas, por destacar, por ser la mejor en todo, quédate porque vamos a hablar del síndrome de la hija perfecta y cómo liberarte de la presión de ser el orgullo de la familia, de los amigos y de todo el mundo.
Soy Aroa Granados, psicóloga, y esto es Ahora es tu Momento, el espacio donde te ayudaré a descifrar tu mundo emocional.
En este podcast exploraremos la psicología con un toque de humor, consejos prácticos y nada de dramas ni tecnicismos.
Si estás lista para tomar las viendas de tu vida y abrazar tus emociones, quédate y acompáñame en cada episodio en un viaje de aprendizaje y momentos inspiradores para tu vida.
¡Comenzamos! Para ilustrar esto, hoy te voy a hablar del caso de Alejandra, que ella lleva toda la vida ganándose medallas, pero hace tiempo que dejó de disfrutarlas, la verdad.
Si ves su currículum es que es algo que flipas, o sea, impresiona.
Ha sido una de las artistas más importantes de su comunidad, ha ganado concursos de escritura, ha brillado en atletismo, ha fundado una ONG propia para personas sin recursos, ha participado en política.
Todo lo que toca lo convierte en oro.
Y su familia, claro, está que aplaude con las orejas, o sea, no sabe no cabe en sí de orgullo.
El problema es que Alejandra está súper agotada, está harta de sonreír por cada nuevo logro, mientras por dentro la verdad es que ya ni los está disfrutando y lo único que le gustaría sería parar, de sentir que no puede hacer absolutamente nada sin que se convierta en una competición, sin que tenga que ser la mejor, en un escalón para estar a la altura de todo el mundo.
Lo que empezó como iración se ha acabado convirtiendo en una cárcel, la cárcel de la hija perfecta.
Y no es la única.
Muchas personas viven atrapadas en este rol, buscando ser siempre impecables, para no decepcionar a la familia o a la pareja o a los amigos o a sí mismas, para no decepcionar.
Hasta que un día se dan cuenta de que no saben ni quiénes son más allá de ese personaje que se han construido en el que lo único que hacen es conseguir cosas, como si esto fuese un videojuego y tuvieses que estar pasándote un montón de pantallitas de la vida.
Hoy vamos a hablar de esto.
Para ti, si te reconoces en esta historia, vamos a ver de dónde nace esta presión, qué consecuencias tiene y cómo puedes empezar a romperla.
Lo primero que es el síndrome de la hija perfecta.
Pues es esa sensación donde nunca puedes fallar, de que tienes que estar siempre a la altura, cumplir, dar ejemplo.
Alejandra recuerda que desde pequeña sacaba dieces, no por amor al conocimiento ni que le encantara estudiar, sino por la cara de satisfacción de sus padres o por los castigos o los regañinas cuando no sacaba esas notas.
Y luego empezaron a venir trofeos, reconocimientos, las fotos de la familia reconociendo a su niña, cómo hablan de ella delante de los otros de la familia, esa forma de elogiarla cada vez que consigue un logro, un logro por supuesto o académico o que conlleve un trofeo y una medallita.
La hija perfecta vive en una especie de maratón constante en el que nunca se puede detener y siempre tiene que seguir consiguiendo y consiguiendo y consiguiendo.
Incluso cuando ya ha llegado a la meta, aún así se exige todavía más.
Porque no solo es lograr cosas, es que tienes que mantener esa imagen impecable de ser el orgullo de la familia y de seguir siempre ahí siendo ese estandarte.
El problema es que esto desgasta muchísimo porque en el fondo esa exigencia no nace de ti, no nace de que tú quieres tener esa exigencia de un deseo genuino, sino que nace del miedo.
Tienes miedo a decepcionar, tienes miedo a dejar de sentirte querida, valorada, a no ser suficiente.
Y ya te digo que de pequeña podría ser solo por tus padres, pero es que una vez que crecemos puede ser por los padres, por la pareja, por los amigos, por ti misma, por el jefe.
Hay los jefes que te ponen ahí la presión, la zanahoria y tú ahí, RKR, sin cuestionarte nada.
Si te reconoces en esto, hazte estas preguntas.
¿Te cuesta disfrutar si no estás siendo productiva? O sea, te sientas por ejemplo en el sofá y dices tú, tengo que hacer algo, ¡productivo! Y es que todo lo que haces tiene que tener un costo.
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