
193. El Mausoleo Negro: La herencia maldita de George Mackenzie (LLDLL) 586t2z
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VIII Sir George Mackenzie (1636-1691), conocido como "Bloody Mackenzie", fue uno de los personajes más crueles de la historia escocesa. Estudió derecho en la Universidad de Bourges, en Francia, donde adquirió métodos brutales de interrogatorio. En su obra The Laws and Customs of Scotland in Matters Criminal (1678) justificó el uso sistemático de la tortura, afirmando que "la tortura es el lenguaje de la verdad". Durante la época conocida como The Killing Time, Mackenzie lideró la persecución de los Covenanters, personas que se negaban a someterse a la autoridad religiosa del rey Carlos II. Bajo su mandato, cerca de 18,000 personas fueron ejecutadas, deportadas o torturadas. La Prisión de los Covenanters, instalada en el propio Greyfriars Kirkyard, fue escenario de hambre, torturas, y enfermedades. Familias enteras, incluidos niños, murieron en condiciones atroces. Mackenzie usaba métodos de tortura como: La bota escocesa, aplastando piernas con cuñas de hierro. El apretapulgares, que destrozaba huesos. La Tumba del Olvido, enterrando vivas a familias enteras. El beso de Mackenzie, quemaduras de hierro caliente en forma de cruz. El falso fusilamiento, provocando terror psicológico extremo. Ejemplos documentados incluyen la ejecución de Margaret Wilson, ahogada a los 18 años, y la tortura de James Mitchell y John Brown, cuyas muertes fueron especialmente crueles. Incluso mujeres sordas o niños pequeños fueron condenados a tormentos. Tras su muerte en 1691, Mackenzie fue enterrado cerca de su prisión, en un mausoleo que, irónicamente, quedó cargado de una oscura energía. Se esculpió en su puerta, como última humillación. El horror no terminó con su muerte. Desde 1998, tras la profanación accidental de su tumba por un vagabundo, comenzaron una serie de fenómenos paranormales documentados: Desmayos masivos de visitantes. Marcas de arañazos y cortes inexplicables en turistas y guías. Pérdida de grabaciones y fotos distorsionadas en cámaras digitales. Quemaduras inexplicables por "frío extremo”. Visiones de sombras, manos invisibles que agreden a los visitantes. Anomalías térmicas y de percepción del tiempo en torno al mausoleo, confirmadas por estudios universitarios. Un exorcismo fallido en 1999, realizado por el reverendo Collin Grant, terminó de la peor forma posible. Incluso la flora y la fauna local reaccionan al lugar: en 2021, abejas murieron formando círculos frente al mausoleo sin explicación científica. Se teoriza que los horrores perpetrados dejaron una "impronta psíquica" permanente, atrapando la energía del sufrimiento colectivo. El mausoleo de George Mackenzie fue oficialmente cerrado en 1998 por representar un "peligro para la salud pública y mental", la única vez que un cementerio ha sido cerrado en el Reino Unido por motivos paranormales. Así, la figura de Bloody Mackenzie no solo marcó la historia con sangre, sino que parece seguir acechando desde las sombras de Greyfriars Kirkyard. HAZTE MECENAS, no dejes que La Biblioteca, cierre Nunca sus Puertas… Sigamos sumando en LLDLL, SUSCRIBETE en IVOOX y comparte. GRATITUD ESPECIAL: Siempre a los MECENAS. Sin ustedes… esto no sería posible. SUSCRIBETE AL CANAL DE TELEGRAM: https://t.me/LaLamadaDeLaLuna PUEDES VER ALGUNOS VIDEOS DE LLDLL: https://www.youtube.com/channel/UCEOtdbbriLqUfBtjs_wtEHw 156y5n
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Edimburgo, Escocia, 1998. La lluvia azota las calles empedradas de la ciudad vieja.
Un lugar donde cada grieta ha sido testigo de epidemias, rebeliones y ejecuciones públicas.
Cementerio Greyfriars, fundado en 1562 sobre un monasterio franciscano del siglo XV.
Bajo sus lápidas, hasta 500.000 almas según estimaciones históricas.
Esa noche, sin embargo, el cementerio guarda otro secreto.
Hoy el aguacero golpea con furia las calles de la Royal Mile, donde en el siglo XVI se ejecutaban brujas y herejes.
Entre la niebla y la oscuridad una figura se mueve cerca del cementerio.
El hombre es uno de los cientos de vagabundos que deambulan por la ciudad.
Su abrigo empapado y cubierto de lodo, huele a alcohol barato y humedad antigua.
No es un personaje cualquiera.
En los archivos de Scotsman hay menciones de un sintecho anónimo que desapareció cerca de aquí.
Avanza hacia el cementerio, ignorando la estatua de un perro.
La leyenda dice que tocar la nariz de la estatua da buena suerte, pero él ni siquiera la mira.
Las rejas de Greyfriars son un símbolo siniestro.
Forjadas en hierro, servían para mantener fuera a los saqueadores de tumbas.
El chirrido del metal al abrirse es tan estridente que en 1722 un guarda registró en su diario.
El sonido de las puertas de Greyfriars en la noche es el lamento de los condenados.
El vagabundo, sin embargo, apenas las ha oído.
Sólo quiere un refugio donde guarecerse.
Sólo ve lápidas inclinadas, algunas con extraños símbolos.
Calaveras aladas, memento mori.
Relojes de arena, el tiempo acabándose.
Y en una esquina, una losa con la inscripción RESURGA VOLVERÉ Lema de la masonería escocesa.
Greyfriars no es sólo un cementerio.
Es un testigo de la historia de Escocia.
Aquí descansan figuras notables.
Víctimas de la peste.
Pensadores.
Escritores y, sobre todo, los Covenanters.
Aquellos presbiterianos que lucharon y murieron por su fe en el siglo XVII.
La lluvia cada vez arriesga.
Convirtiendo el suelo en un lodazal.
Entre la cortina de agua y sombras, el vagabundo distingue una estructura.
Es un mausoleo de piedra negra.
Diseño sobrio.
En el dintel, una inscripción se desvanece bajo el musgo.
Sir George Mackenzie.
1636.
Sir George Mackenzie.
1636.
1691.
El nombre le resulta familiar.
Lo ha oído entre monumullos de borrachos en los pubs.
Pero ahora el frío y el hambre nublan su memoria.
Lo único claro es que aquel lugar de ventanas tapiadas no invita a quedarse.
Sin embargo, una ráfaga de viento lo empuja hacia adelante.
Como si la propia noche le invite a cruzar el umbral.
La puerta del mausoleo no está sellada.
Al empujarla, el vagabundo siente como se abre sin demasiada dificultad.
El aire que escapa de la cripta lleva un susurro ahogado.
Todo es oscuridad.
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