12. Los silencios, los que cargamos por dentro y nacen del temor 1y6u59

Bienvenidos a Un beso en la taza. Soy Olga Paraíso y hoy quiero invitarte a reflexionar sobre algo que a veces nos define más que nuestras palabras. Los silencios. No los silencios vacíos, esos donde todo parece calma, sino los que cargamos por dentro, los que nacen del temor y laten como un eco en nuestra mente. ¿Alguna vez has callado por miedo? Quizás porque pensaste que tus palabras no serían suficientes o porque sentías que al pronunciarlas algo cambiaría para siempre. A veces el temor de lo que pueda suceder pesa más que el alivio de decir lo que llevamos dentro. Y ahí estamos, en medio de un ruido ensordecedor en nuestra cabeza, donde cada pensamiento se atropella, cada idea grita, pero la boca permanece cerrada.

Tú estás callada y la otra persona no para de hablar, hablar, hablar, gritar. Es algo ensordecedor. Me vienen a la mente esos momentos en los que callamos para no confrontar, para no herir, o simplemente porque no sabemos si nuestra voz encontrará un lugar seguro al otro lado. Pero ¿sabes una cosa? Guardar silencio por temor no siempre es cobardía.

A veces es un acto de supervivencia, una tregua que nos damos con el mundo o con nosotros mismos. Y sin embargo, ¿cuánto pesa ese silencio? Hay veces que parece liviano, como un suspiro, pero otras veces se vuelve denso, como una piedra que llevamos en el bolsillo sin darnos cuenta de cuánto nos está hundiendo. El ruido en tu cabeza. Es curioso como cuando callamos el silencio no siempre es externo. Dentro de nosotros las palabras no dichas resuenan con fuerza. Es como si cada pensamiento encontrara su propio altavoz en nuestra mente.

Y entonces la discusión que no tuvimos se reproduce en bucle. Los argumentos se forman, las respuestas perfectas llegan, pero nunca salen. Y al final llega un momento en el que cedemos. Pero no cedemos hablando, cedemos en silencio, aceptamos que no diremos nada, que el momento pasó, que quizás nunca hubo un momento real. Y ahí está la paradoja, el ruido desaparece, pero el peso del silencio se queda.

Sin embargo, no todos los silencios nacen del miedo. A veces el otro lado del silencio es un acto de sabiduría, es decidir no encender un fuego que no se puede apagar, o aceptar que no todas las batallas necesitan palabras. Déjalo que siga hablando, tú eres más inteligente que todo eso. Pero ¿cómo distinguirlos? ¿Cómo saber cuándo callar es lo correcto y cuándo es sólo una forma de escondernos?