Miércoles 28 de mayo – Juan 16, 12-15. El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena. 3g6t5r

El Espíritu de la Verdad os guiará hasta la verdad plena.

Fijaos qué bonito porque entre los adjetivos que recibe el Espíritu Santo, el paráclito, el abogado, el defensor, el que consuela, también Jesús le quiere llamar el Espíritu de la Verdad.

Ahora, hemos de recordar que para un cristiano la verdad no es una idea, es mucho más, la verdad es una persona, porque Jesús dice, yo soy el camino, yo soy la verdad y yo soy la vida, y por tanto el Espíritu de la Verdad se refiere a ese Espíritu que nos relaciona con aquel que es la verdad, que es Jesús, porque en definitiva, ¿cuál es el trabajo del Espíritu Santo, si pudiéramos hablar así, claro, metafóricamente, en mi alma? Hacer que mi relación con Cristo no se rompa, hacer que mi vínculo con Cristo, aquel que es la fuente de la verdad más importante en mi vida, que he sido llamado a la existencia por amor, que ha muerto por mí, que tengo toda su gracia a mi disposición, que nada la aparte de mí.

Por eso dice que el Espíritu de la Verdad os guiará hasta la verdad plena, porque ahora mi relación con Cristo es frágil, mi relación con Cristo a veces se rompe, porque tengo un pecado, porque soy inconstante, porque me falta confianza, bueno, pero qué bonito porque el Espíritu nos va guiando hasta la verdad plena, es decir, hasta una relación completa y ser completamente de Dios, y eso es un proceso, pues que tiene que durar toda la vida, y cuando se cumple el tiempo, y cuando podemos decir, todo se ha cumplido, ¿por qué? Porque mi relación con el Señor, mi relación con Dios está cumplida y ya tengo una relación de absoluta confianza en ese momento que es la muerte, que es atravesar un umbral, solo por medio de la confianza, diciendo, Señor, dejo aquí la vida porque confío en Ti, te entrego mi vida y dejo atrás toda mi historia y no confiando en mis méritos, en mis éxitos, sino solamente en Tu misericordia, ese día y en ese momento estaremos preparados para dar ese paso y atravesar ese umbral, un umbral que está vestido de esperanza, un umbral que atravesamos confiando en Jesús y en sus palabras, y por eso necesitamos el Espíritu Santo, necesitamos que nada nos aparte de Jesús, y el Espíritu Santo se ocupa efectivamente de ir generando y dando lugar a una relación con Él cada vez más sólida, cada vez más firme.

Eso se llama el don del temor de Dios. El temor de Dios no es tanto el miedo a Dios, sino el temor a apartarme de Él, el miedo a perderlo. Dios mío, si algo me aparta de Ti, no lo quiero, si esta persona me aparta de Ti, apártala de mí, si esta situación económica me aparta de Ti, quítala, es decir, Tú eres lo más importante. Esa relación no la puede romper ni ninguna cosa, ni ninguna situación, ni ninguna persona, ni nadie, y esa es efectivamente esa relación que está por encima de todas las cosas. Y por eso sí, el Espíritu de la verdad nos guiará plenamente a una comunión plena con Cristo.