Meditación de la mañana: “Señor de la materia”, con Esperanza Santos 3u7124

Muy buenas, bienvenidas y bienvenidos en este viernes especial.

Viernes santo, viernes de Pascua.

Cada uno puede sentir este recogimiento de una manera según también la línea de su espiritualidad o de su religión.

Pero definitivamente es un día para ir al silencio, para ir al interior.

No sólo porque sea festivo, sino porque hay una vibración diferente.

Un día de recogimiento como esa cueva de introversión.

Y hoy podemos practicar quizás un título que nunca hemos pensado, pero que sí lo hemos practicado de una manera o de otra.

Señor de la materia.

Soy el amo, el dueño, el señor de la materia con el sentido de yo soy el amo de este cuerpo.

Por lo tanto soy amo de los sentidos.

Pero también soy amo de mi mente, que no es materia, pero cuando soy amo de las cosas que llamamos escenas laterales, es decir, cuanto menos me influencian más puedo ser amo de esa materia.

Y eso implica que también esa maestría ha empezado en mí.

En mi propia mente, en mi propio ser.

Amo del silencio. Amo de lo que ocurre en mi interior.

Así que estamos preparados para practicar esta bonita maestría interna donde quizás conflictos o quizás trastornos que podamos ver a nuestro alrededor.

No es que no nos importen, sino es cómo puedo servirles.

Señor de la materia no es me da igual, es qué puedo hacer para dar beneficio ante esta situación o esta calamidad o este trastorno o este obstáculo.

Y en el caso que sea más sutil, sí, si el trastorno es dentro de mí, cómo puedo tomar perspectiva y desapegarme más de él.

Verlo desde otra percepción, más separado, más por encima.

¿Os parece bien que practiquemos esto? Pues relajamos nuestro cuerpo, que a estas horas seguro que está muy relajado, pero al mismo tiempo atentos, despiertos.

Estos momentos preparan nuestro día o preparan nuestro descanso para algunas personas, para un encuentro propio ser.

Y ese encuentro interno me lleva a un encuentro.

Todo lo que me rodea, sin que lo que me rodee me afecte, me influencie, sino que pueda servirlo con buenos deseos, con respeto, desde el silencio.

Ese silencio es el que me lleva.